Agroalimentación
La flota de arrastre de Tarragona se resigna a empezar la veda biológica de dos meses
La parada llega tres meses después del Gloria y con más de la mitad de barcas amarradas por el coronavirus
En un año bueno la flota ya cuenta con los meses de veda, con la cual se quiere favorecer el crecimiento del pescado y la regeneración del fondo marino. En un año negativo como este, sin embargo, el paro supone una sacudida económica. «Estuvimos una semana de fiesta por el Gloria, dos por el coronavirus y también hemos tenido muchos días de mal tiempo. Ha sido un año horrible y ahora nos venden dos meses sin ingresos», lamenta Jaume Sans, patrón de la embarcación Joan y Maria y vicepresidente de la Cofradía de Pescadores de Tarragona.
Los días y semanas de inactividad -la cofradía cerró dos semanas por dos positivos de coronavirus- han ocasionado pérdidas del 50% en lo que va de año a las tenazas del Serrallo. Además, el sector teme que los precios remonten en julio si la actividad turística y la restauración todavía no se han recuperado. «Por los precios y tal como está la cosa no creo que valga la pena hacer veda. El año ya es negativo y, si los precios todavía bajan más en verano, puede acabar siendo contrapoduent», opina Ramon Budesca, patrón de la Nueva Tortosina.
Pendientes de ayudas para todos los días de paro
Mientras dure la veda, los marineros se irán en paro y los armadores quedarán pendientes en recibir las ayudas a la paralización temporal, que van a cargo del Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca (FEMP) y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, al 50%. Si bien el Estado establece las bases, es a la Generalitat a quien corresponde elaborar las convocatorias.
Fuentes de la Dirección General de Pesca explican que este año se ha pedido poder atender vedas en función de los días hábiles de paralización efectivamente realizados. El importe solicitado por toda Cataluña y por todas las modalidades se sube a los 5,7 MEUR. De esta manera, apunta al Gobierno, se podrían atender todos los días de paro.
El importe, sin embargo, todavía se tiene que aprobar en la Conferencia Sectorial con las comunidades autónomas. El presidente de la cofradía tarraconense, Esteve Ortiz, ve la propuesta de compensación con buenos ojos. «Aquí estábamos haciendo dos meses de veda y cobrábamos igual que los que hacían uno. Ya que paramos más, lo más lógico es que se nos pague más», valora.
Más de la mitad de barcas de arrastre con ERTO
La flota de arrastre de los cuatro puertos que harán la veda se encuentra ya en una situación muy delicada por el coronavirus, con 33 de las 61 barcas afectadas por ERTO. En Tarragona sólo son dos de 24, pero en l'Ametlla de Mar (Baix Ebre) hay catorce de afectadas por ERTO y sólo cuatro que siguen trasteando. En Cambrils (Baix Camp) trabajan dos de las trece embarcaciones, mientras que en l'Ampolla (Baix Ebre) las dos han presentado ERTO.
Y las que siguen saliendo al mar lo hacen con medidas adicionales de seguridad, protección e higiene, a pesar de las limitaciones que ofrece una barca. Los pescadores llevan guantes y mascarilla, y se ha reforzado la desinfección de espacios. «En las barcas que vamos a tres personas todavía te puedes separar un poco, pero en las menores -de doce metros- eso quiere decir encontrarte todo el día junto», ilustra Budesca.
Las capturas van a un ritmo bastante bueno, pero los precios se resienten del cierre de hoteles y restaurantes. Sobre todo han bajado los de la gamba y la cigala, mientras que la merluza -que sufre este año una merma de capturas- y la bacaladilla se están pagando a un precio «razonable» a subasta, según precisa Ortiz. Además, ha ganado peso en las lonjas la venta online a distancia –en Tarragona ya friega el 40%.
De su banda, junto con las artes menores a día de hoy sólo quedan dos barcas de rodeo en que salen al pescado azul a la costa tarraconense –una en Tarragona y una en l'Ametlla de Mar. El sector hizo veda de mediados de diciembre a mediados de febrero y la mayoría se acogió a los ERTO. Vieron entregadospor la crisis del coronavirus y por el hecho de que prácticamente no habían podido reanudar la actividad por culpa de la basura arrastrada por los temporales y los días de mal mar.