Agroalimentación
La recogida de cereza empieza en la Ribera de Ebro con mejores previsiones que el año pasado
Las estrictas medidas de prevención sanitarias se imponen en el trabajo en el campo y en las plantas
En los vestuarios también hay más trabajo a hacer. En la rudimentaria vestimenta tienen que añadir los guantes, las mascarillas, las gafas, los lavados de manos y las pantallas faciales con las cuales extreman la seguridad a los procesos de selección donde no se puede separar además de un metro a los trabajadores. «Los manipuladores de fruta están en algunos casos a un metro o menos, no podemos mantener la distancia necesaria y hemos incorporado el protector fácil para estos casos. Algunos se resisten pero saben que son las condiciones que hay. Alegan pero acaban usándolas porque es lo que corresponde», ha puntuado Loreto Díez, responsable de recursos humanos y comunicación de Cerima Cherries.
En estos momentos donde todavía no se han alcanzado los picos de entrada de fruta en la planta, trabajan en Cerima un centenar de empleados. A pleno rendimiento puede llegar a ser el doble. «Más que reducir al personal estamos estudiando mucho, día a día, las necesidades de personal y los gritamos según la cantidad de fruta que va llegando. Incorporamos a las personas justas porque no nos pasamos y evitamos situaciones de riesgo», ha detallado Díez. El retraso en el inicio de la campaña, forzado por las lluvias continuadas de esta primavera, aunque no beneficia el fruto porque abre la cereza, ha permitido a la empresa prepararse mejor para la situación excepcional con que se tiene que trabajar. «Nos benefició porque ganamos un poco de tiempo pero no es bueno que llueva para la fruta en estos momentos», ha apuntado.
Después de una mala campaña el año pasado, se estima recoger este año 2,5 millones de kilos, con la calidad excelente de siempre. De estos, un 95% se exporta sobre todo Reino Unido, Alemania, Italia y Holanda. El resto se vende sobre todo a Cataluña en cadenas de supermercados.
Trabajo más pesado en el campo
También en el campo los jornaleros tienen que recoger el fruto del árbol con guantes y mascarilla. Estos días que, además hace calor, recarga la tarea. «Ya de por si la campaña es complicada y con estas medidas se hace más complicado. Cuesta respirar, no estamos acostumbrados a trabajar con mascarilla en el campo, es muy pesado pero dentro de lo que cabe, lo llevamosbastante bien», ha explicado Eduard Damas, encargado de una cuadrilla que cogía cereza este viernes en un campo de la Sierra de Almos. La distancia entre los árboles y con mucha conciencia permite mantener la distancia social recomendada entre los trabajadores. «Procuramos que todo el mundo esté en metro y medio o dos metros. El contacto es mínimo», ha añadido Damas.
Con mucha gente parada por la situación económica que ha provocado la covid, se ha incentivado que haya más peticiones de trabajo para la campaña de fruta dulce en la Ribera de Ebro y no está faltando personal. «Hay mucha gente que es nueva, que es el primer año que venden. Se los enseña bien y con paciencia todo se hace», ha apuntado al encargado. Uno de estos trabajadores es Raimon, de 59 años. Una enfermedad en un brazo lo obligó a dejar el trabajo de repartidor que hacía antes y ahora, después de un año y medio en paro y con ganas de trabajar, encontró esta oportunidad. «Mi hija tiene una tienda en Jesús, en Tortosa, y con la mediación de una cliente suya vine a trabajar aquí», ha explicado.
Hace sólo tres días que se ha estrenado como jornalero, recolectando cereza, y se encarga recoger el fruto en las copas de los árboles. «Todos los trabajos son duros, depende cómo te lo tomes. Siempre me ha gustado trabajar y quiero que cuando me pregunte el jefeesté contento y no haya problemas. Es tomarlo con calma y no contar las horas», ha destacado.