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Caza

Una treintena de autorizaciones excepcionales de caza en el Campo de Tarragona para poner freno al crecimiento de la fauna salvaje

Cazadores y campesinos alertan de que no será suficiente y vaticinan graves daños en sembrados, huertas y cultivos a punto de brotar

Un tudó menjant-se les fulles d'un ametller després d'haver-se cruspit les ametlles

Una treintena de autorizaciones excepcionales de caza en el Camp de Tarragona para poner freno al crecimiento de la fauna salvajeACN

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Los cazadores tarraconenses avisan de que la proliferación de la fauna silvestre durante el periodo de confinamiento es de «magnitudes brutales» y que la treintena de autorizaciones excepcionales para cazar concedidas hasta ahora no son suficientes para poner freno. A pesar de estar en periodo de veda y que la fase 1 de la desescalada impide la caza, el Departamento de Agricultura ha concedido permisos especiales para cazar en dieciocho municipios del Camp de Tarragona donde jabalíes, corzos, conejos y palomas torcaces causan graves daños en cultivos. Los campesinos imploran a la administración que agilice estos permisos, conscientes del riesgo que corren sembrados, huertas y cultivos que ya brotan, especialmente la viña del Priorat.

Según datos facilitados por los servicios territoriales de Agricultura al ACN, del 25 de abril al 12 de mayo se han concedido un total de 29 autorizaciones al conjunto del Camp de Tarragona: 9 en el Priorat (entre Porrera, Falset, Marçà y Torroja del Priorat), 7 en el Alt Camp (Bràfim, Querol, Cabra el Camp, Figuerola del Camp i Vila-rodona), 5 en el Baix Camp (Camarines, Riudoms y Vandellòs-L'Hospitalet de l'Infant), 3 en la Conca de Barberà (Vimbodí y Rocafort de Queralt), 3 en el Baix Penedès (La Bisbal del Penedès y Santa Oliva, en el circuito de pruebas de Idiada) y 2 en el Tarragonès (La Secuita y Vilallonga del Camp).

Porrera (Priorat), Cambrils (Baix Camp) y Bràfim (Alt Camp) son los tres municipios tarraconenses que concentran más permisos especiales durante el estado de alarma. Está donde se han registrado más denuncias de particulares por daños de fauna salvaje en los cultivos. En el Priorat y Baix Penedès sufren la acción de los corzos, que arrasan las viñas. Atacan cuatro veces en la cepa-en el brote, hoja, tallo y uva. En el Baix Camp sobre todo hay jabalíes, mientras en el Tarragonès y el Alt Camp predominan conejos y urracas, si bien también han aumentado los daños por jabalíes y corzos, como en la Conca de Barberà.

«No nos hace ninguna gracia cazar durante el periodo de reproducción de los animales; eso no es caza, es un trabajo», lanza el presidente de la Federación Catalana de Caza Territorial de Tarragona, Joaquim Vidal. Pero apunta que la covid-19 ha llevado a una situación «imprevista»: que los animales se han hecho amos y señores de los cultivos. «Una paloma torcaz cazada en Cabra del Camp había engullido 293 guisantes», pone de ejemplo. Vidal recuerda que cada vez hay más animales y, por el contrario, menos cazadores -unos 4.200 federados en Tarragona. Da por hecho que harán falta muchos más permisos. «Este año no pararemos», augura.

La temporada pasada se concedieron cerca de 300 autorizaciones excepcionales por cazar. Los campesinos lamentan que este año, con el estado de alarma, los permisos se hayan resuelto más tarde, un impàs que, en su opinión, lo han pagado las explotaciones. «Estos daños van a costa del campesino, este año nos estamos encontrando con muchas más maldades, hay que buscar el punto de equilibrio entre la fauna y los campesinos», pide el coordinador territorial en Tarragona de la Unió de Pagesos, Pere Guinovart. El sindicato reclama a la administración que agilice los trámites para permitir la caza durante la veda.

Desde Agricultura se garantiza que todos los municipios que han denunciado daños han obtenido permiso especial -siempre con cazadores del término y en un grupo máximo de 5 personas. «Ninguna petición ha quedado desatendida», afirma el director territorial de Agricultura, Àngel Xifré, al cual recuerda que, mientras no se ha dado luz verde a los cazadores, los Agentes Rurales han asumido esta tarea. Xifré atribuye la problemática no tanto a un crecimiento de la fauna, sino a un desplazamiento de las especies, que incluso han llegado a zonas de seguridad -cerca de autopistas o zonas urbanizadas.,

«Al no estar la presión cinegética, los animales se han movido con más libertad, pero no lo veo una problemática grave; de hecho, mantenemos el mismo ritmo de permisos excepcionales que el año pasado, una vez se vaya cazando se irá regulando todo», concluye. A pesar de ciertas desavenencias, administración, campesinado y sector de la caza reman en una misma dirección por regular la situación en el territorio y evitar que jabalíes, corzos, conejos y palomas torcaces se hagan con la cosecha de la cereza del Alt Camp, la huerta del Baix Camp, la almendra del Tarragonès, los sembrados de la Conca de Barberà y las cepas del Priorat.

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