Educación
Algunos niños vuelven al jardín de infancia donde las educadoras se esfuerzan en mantenerlos distanciados
Los pequeños descubren una «nueva realidad» que contradice todo lo que habían aprendido, sin juego colectivo ni abrazos
Este es sólo el primer paso del estricto protocolo en que se ha convertido volver en la escuela. En los pasillos del hogar Xip Xap, las pocas batasvistas en las perchas ya indicaban la cantidad de alumnos que se vería dentro de las aulas. Con un máximo de tres o cuatro alumnos por clase, el jardín de infancia ha reabierto las puertas después del confinamiento, con el retorno del 20% de los alumnos. Por el espacio y la organización la ratio máxima sería del 35%.
En el suelo de las aulas, más adhesivos de colores. Estos tienen forma de estrella y marca a los niños donde se tienen que sentar cuando la maestra les llama a cantar el 'Buen día' o cuando llega la hora de explciar cuentos. Desde los bebés a los mayores se han sentado sin protestar. El juego colectivo tampoco es posible. En cada rincón de la clase se han repartido los juguetes en diferentes ambientes para que cada uno escoja a uno y juegue solo. Mientras uno cocina, otro construye y el tercero hace de mecánico pero muy alejados los unos de los otros. Antes de desayunar, manos limpiasy distribución de mesas. Cada niño se ha sentado en una punta de la mesa. El agua se la beben con vasos de plástico que se tirarán al acabar y cuando ya han desayunado llega el turno de desinfectarlo todo. Las educadoras con los esprays, que ya son herramienta imprescindible de trabajo, limpian mesas, sillas y juguetes: una por una.
En el patio la tarea de mantenerlos distanciados se complica. El espacio se ha dividido con vallas por sectorialitzar-lo de manera que los alumnos de las aulas no se mezclen pero con las motos, las palas para la arena y el juego al aire libre los pequeños de cada área del patio, no dejan de ir unos detrás de los otros. «La seguridad con los niños pequeños es más fácil en la teoría que en la práctica pero vemos que los dos metros de distancia es un poco imposible mantenerlos. Lo intentamos a través de los juegos separados pero ellos están acostumbrados a buscarse y tener un juego colectivo. Nuestra filosofía siempre era que se hicieran abrazos y besos y ahora les tenemos que decir el contrario, que no se acerquen, y es un poco contradictorio», ha lamentado la directora del hogar, Maria Carles.
Los pequeños se han adaptado lo bastante deprisa y los padres que han optado por llevar a los hijos al jardín de infancia lo han hecho confiados y en parte resignados. «No tienen otra porque están trabajando y muchas familias de la escuela no tienen familiares con quién dejarles. Han estado muy agradecidos de que volvamos a empezar la escuela», ha destacadoCarles. «Somos conscientes de que es una reapertura para facilitar la conciliación familiar y laboral», ha añadido.
De entrada, las educadoras recibieron la noticia con miedo pero puesto todo el protocolo en práctica este primer día se sienten aliviadas. «Cuando comunicó el Departamento la reapertura teníamos sentimientos de desazón y dudas pero cuando hemos empezado a trabajar vemos que se puede hacer, aunque la distancia es lo que más nos preocupa con los niños porque es muy complicado, también cuando lloran, están enfadados o caen, pero lo tenemos que hacer y hemos visto que era menos de los que pensábamos. Es más llevable», ha apuntado a la directora.