Educación
El Instituto Escola la Agulla del Catllar recibe un 10% de los alumnos que esperaba
Aunque no ha habido contacto físico, profesores y alumnos expresan alegría para reencontrarse
«Tenía ganas de volver a la escuela para ver a la profesora y para aprender cómo tendrá que ser el año que viene. He añorado a los amigos porque me gusta más estar en la escuela que hacerlo todo con el ordenador», ha explicado Elsa. La primera clase se ha centrado en la vertiente de acompañamiento emocional, haciendo que los jóvenes explicaran cómo se han sentido este tiempo y sus experiencias personales.
También los maestros deseaban pisar de nuevo las aulas. En el caso de P5 sin embargo, la profesora Pili se ha quedado sola. «Esperábamos a cinco niños, supongo que los padres se lo han podido arreglar», ha comentado resignada. Pili destaca que en el caso de educación infantil han preparado mesasseparadas. «Cada uno tiene sus colores, y en el patio juegan sólo con su juguete y tienen que mantener las distancias», ha concretado. En su opinión, con los más pequeños las medidas son más complicadas de aplicar y también de hacer entender, ya que «su vida es interactuar y tocarse». De hecho, parte del aprendizaje se hace a través del tacto.
Para garantizar la seguridad el centro ha aplicado las indicaciones del departamento de Educación. «Hemos dividido la puerta de entrada en dos partes, a los niveles superiores hemos marcado qué mesa se puede utilizar y cuál no, la limpieza de manos se tiene que hacer a menudo...», ha indicado el director, Francesc Seritjol. Sobre la poca presencia de estudiantes, Seritjol lo ha atribuido a que después de semanas de confinamiento, las familias ya tienen los mecanismos para garantizar el cuidado de los menores y «el horario de nueve a una a muchos no les solucionaba la situación laboral». Así pues, el curso seguirá telemáticamente hasta el 19 de junio.
Nervios en el jardín de infancia
En el jardín de infancia municipal del Catllar también se han tenido que adaptar a una «situación totalmente nueva», ha indicado a su directora, Coia Dolç. «Había nervios por todos lados. No sabíamos cómo reaccionarían los niños después de dos meses y medio. Lo hemos preparado todo mucho y hemos enviado el protocolo a las familias con un vídeo explicativo en forma de cuento para los niños», ha apuntado.
Han tenido seis niños, que desde el primer momento se han adaptado a la situación. «Cuando nos han visto han hecho el 'clic'», ha señalado Dolç. En el caso de los niños tan pequeños el vínculo afectivo es parte del trabajo diario. «Siempre llevamosel gel hidroalcohólico encima para poder lavarnos las manos después de que nos hayan tocado», ha remarcado. Para garantizar mejor la distancia de seguridad, alargan las estancias en el patio.