Sociedad
Intentan echar a un hombre de 75 años que ocupa una caseta de Renfe en Salou
Omar Mohammed Yaki lamenta que el sistema sanitario público no haya accedido a ayudarlo en una dolència que sufre en la pierna, por no tener papeles
Omar Mohammed Yaki, de 75 años, es un vecino de Salou que para comer necesita de la ayuda de Cruz Roja, del comedor social y de la asociación Ni una menos. Es una de las tantas caras que hay en los diversos municipios del Campde Tarragona de allí donde no llega el llamadoEstado del Bienestar , y que a raíz de la crisis económica intensificada por la COVID-19 cada vez seránmás. Omar vive desde hace dos años ocupando una caseta de Renfe al lado de la vía del tren –ahora sin servicio– sin luz y cogiendo el agua de un pozo. A pesar de estas condiciones, pronto su vida podría ser peor: la semana pasada, tres hombres sin identificar lo advirtieron que esta semana tendría que marcharse. No es la primera vez que recibe visitas amenazadoras –hace un año pasó una cosa similar e incluso hicieron fotografías del lugar. Tiene la sospecha de que los propietarios de los terrenos los podrían destinar a la ampliación del aparcamiento adyacente –al final de la calle Berlín– o a un jardín de infancia, pero ni él ni el Ayuntamiento pueden confirmar a quien podría haber detrás de esta posible expulsión en plena desescalada del confinamiento.
Fuentes municipales apuntan que Omar es un hombre «pacífico» y que «no genera conflictos». Una vez por semana, agentes de la Policía Local le hacen una visita por si necesita nada y si se encuentra bien de salud y durante el confinamiento le han llevado mascarillas, ya que él no se las podría comprar. Desde Servicios Sociales, aparte, aseguran que «ya tenemos conocimiento del caso de esta persona» y que «se está trabajando para ver cómo la podemos ayudar». Mientras tanto, Omar espera en su caseta rodeada de vegetación. Tiene claro que, si lo echan, se marchará sin quejarse.
Y es que desde hace «décadas» este hombre va por Europa ganándose la vida. Ahora mismo no tiene papeles ya que, según señala, cuando lo ha intentado le han puesto impedimentos. Tiene familia en Marruecos, pero no mantiene contacto. «Me da vergüenza porque no les puedo enviar dinero», reconoce. Como él, otras personas sin papeles se encuentran en una situación similar, también a Salou. De hecho, la choza sirvió, antes que a él, a otras personas, algunas de ellas también provenientes de Marruecos. Desde hace más de un año, sin embargo, vive completamente sólo aunque algunos han intentado hacerse suyo el espacio. Lo único que quiere, dice, es que «me dejen en paz».
Sin atención hospitalaria
A pesar de su edad, Omar quiere seguir buscándose la vida. Si lo echan de donde vive, no sabe dónde irá, pero sí que destaca que si tuviera bien la pierna «trabajaría en la fruta, en la patata...» donde haga falta. «Cuando no tienes papeles, no te hacen caso», se lamenta. Después de haber pedido ayuda médica al Hospital Joan XXIII, se queja de que lo echaron «como a un perro». El sistema sanitario público es universal en operaciones de emergencias, pero en su caso denuncia que no lo han atendido como se esperaba. Tampoco se muestra contento por el trato de los Servicios Sociales municipales. Para ir a buscar la comida que le dan tiene que caminar cada martes un buen rato, con el pie encorvado. «No necesito dinero, sólo con que me atiendan la pierna. Si tuviera la pierna bien, se marcharía a mi país caminando», concluye ante el futuro inmediato incierto.