Diari Més

Movilidad

Libre circulación entre las regiones sanitarias Camp de Tarragona y Terres del Ebre

Los vecinos de Calafat y de la Almadrava, separados por un barranco, ya pueden volver a pasear por el núcleo vecino

Un cartel con el nombre de una calle en l'Ametlla de Mar (Baix Ebre) con la central nuclear de Vandellòs (Baix Camp), desenfocada, en el fondo.

Libre circulación entre las regiones sanitarias Camp de Tarragona y Terres del EbreACN

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Este lunes se han levantado las restricciones de movilidad entre las regiones sanitarias del Camp de Tarragona y las Terres del Ebre, con lo cual sus habitantes ya pueden moverse libremente por la demarcación casi tres meses después de la declaración del estado de alarma. Algunos de los beneficiados son los vecinos de los núcleos de Calafat (L'Ametlla de Mar) y la Almadrava (Vandellòs i l'Hospitalet de l'Infant), en dos regiones sanitarias diferentes pero separados sólo por un barranco. «Tenía la ilusión de bajar a ver el mar en esta zona porque veníamos cada día», explica Maria Vicenta Silva. A pesar del levantamiento de las restricciones, los cuerpos policiales mantienen controles para evitar la entrada de ciudadanos de otras regiones.
La demarcación de Tarragona vuelve a ser desde este lunes una sola unidad territorial en términos de movilidad, excepto algunas excepciones puntuales, como es el caso de los siete municipios de la Baixa Segarra que pertenecen a la región sanitaria Catalunya Central, y Cunit, que está ubicado en la región sanitaria Metropolitana Sur. Después de casi tres meses de restricciones, los vecinos del Camp de Tarragona y las Terres del Ebre ya pueden moverse libremente por todo el territorio para visitar familiares o hacer turismo, por ejemplo.

A más pequeña escala, también se acaban situaciones insólitas como es el caso de municipios vecinos encuadrados en diferentes regiones sanitarias. Uno de los casos singulares es el de los núcleos de la Almadrava (Vandellòs i l'Hospitalet de l'Infant) y el de Calafat (L'Ametlla de Mar), el primero en el Baix Camp y el segundo en el Baix Ebre. El Barranco delCap de Terme ha hecho de frontera imaginaria entre ambas urbanizaciones en las últimas semanas.

Durante el periodo de confinamiento más estricto, en general la normativa se ha respetado, pero a medida que ha ido adelantandola desescalada hay quien se ha relajado. «Estamos hablando de gente que va sola a pasear, no es como en Barcelona u otras grandes ciudades», explica Joan Ramon Baró, vecino de la Almadrava. «Cada día había los Mossos en la rotonda haciendo controles, pero como por aquí -cruzando el barranco- también se puede ir, mucha gente pasaba por aquí», admite.

Paseos y reencuentros familiares

Hay otros, sin embargo, que este lunes han podido disfrutar del primer paseo por el núcleo vecino desde mediados de marzo. Es el caso de María Vicenta Silva y Antonio Fernández, que tienen un chalet en Calafat desde hace unos 40 años. «Hemos estado confinados la mayor parte del tiempo y sólo desde hace un par de semanas empezamos a pasear, pero por Calafat. Teníamos ilusión de bajar a ver al mar y como estaba la zona de la Almadraba, porque veníamos cada día. Nos hemos privado porque no teníamos permiso», explica María Vicenta.

Este matrimonio destaca que en Calafat está «muy bien» porque va poca gente, aunque puntualmente los que viven allí todo el año han tenido que alertar de la presencia de vecinos de segunda residencia. «Lo hemos llevado bastante bien y hemos podido salir al patio, no como los que han sido dos meses cerrados en un piso. Esperamos que este virus maldito se acabe», expresa Antonio.

Ahora, la pareja de jubilados cuenta las horas para poder reencontrarse con la familia. Una de sus hijas vive en l'Hospitalet de l'Infant, en la región sanitaria de Tarragona, y han estado todo este tiempo manteniendo el contacto con ella por videollamada. En Sabadell tienen otro hijo y un nieto de dieciocho meses a quien no ven desde el día de Reyes, aunque la tecnología también los ha mantenido más cerca. «Todavía no hemos puesto fecha, pero esperamos poder hacer pronto una paella y reencontrarnos. Aunque no podamos hacernos besos ni abrazos», expresa Antonio Fernández.

Mantendrán los controles policiales

Un control de la Guardia Civil en la rotonda de acceso a la Almadraba, en la N-340, paraba esta mañana los vehículos que circulaban entre la región de Tarragona y la de las Terres del Ebre. El objetivo era informar los conductores de la recuperación de la libre movilidad y pillar a algún posible infractor proveniente de alguna otra región o provincia más lejana.

En el municipio de Vandellòs i l'Hospitalet de l'Infant, que delimita en el sur con el Baix Ebre y al noroeste con la Ribera de Ebre, los Mossos d'Esquadra, la Guardia Civil y la Policía Local han montado varios controles dinámicos durante el periodo de confinamiento, sobre todo para evitar la llegada de vecinos de segunda residencia.

«En términos generales se ha cumplido, pero sí que hemos puesto cerca de una veintena de sanciones a personas que venían de otras regiones sanitarias. Incluso, en casos concretos los hemos obligado a volver a su lugar de residencia habitual», explica al ACN Sergi Navarro, sargento de la Policía Local de Vandellòs i l'Hospitalet de l'Infant.

Navarro apunta que, sobre todo en la fase 2, la ciudadanía «ha perdido más el miedo» y se ha desplazado más hacia la costa. Han detectado, sobre todo, vecinos del interior de las Terres del Ebre que querían ir a la playa. A pesar del fin de las restricciones entre ambos territorios, el sargento asegura que los controles seguirán porque el grosor de la población catalana continúa en fase 2 y muchas segundas residencias de la zona pertenecen a vecinos de Lleida y Barcelona.

Una «prueba» de cara a la temporada turística en l'Ametlla de Mar

En el municipio vecino de l'Ametlla de Mar (Baix Ebre), el levantamiento de las restricciones se vive con satisfacción para poder ir adelantando un poco más hacia la «normalidad», pero con prudencia porque recular|retroceder sería «un disgusto enorme después de todo el esfuerzo que se ha hecho», explica al ACN el alcalde, Jordi Gaseni.

Según el alcalde, esta fase 3 compartida con el Camp de Tarragona la cogen como «una prueba» de lo que puede pasar más adelante, en lo que tendría que ser la temporada alta, cuando se permita la llegada de vecinos del área de Barcelona y de los extranjeros. «Se nos abre un mundo para controlar los 18 kilómetros de calas y playas, y pasar el examen de cómo las gestionaremos en verano», apunta Gaseni.

El alcalde de la Almendra explica que han colocado carteles informativos en 25 de las playas y calas del municipio donde se informa de cuestiones como la superficie, al aforo máximo permitido, recomendaciones y servicios disponibles. Como la zona no está «masificada» a nivel turístico, apunta al alcalde, confía en que lo podrán gestionar con garantías. Sin embargo, incrementarán la vigilancia.

En el caso de la playa del Alguer, Gaseni explica que prevén regular el aforo mediante los accesos. Esta playa urbana tiene tres y, si hiciera falta, añade al alcalde, podrían cerrar dos accesos y dejar sólo uno abierto para controlar la afluencia de bañistas.

En todo eso, la nueva realidad de la fase 3 empieza a mejorar las expectativas en el municipio y en la costa ebrense, que este año espera más turismo interior. «Estamos animados y esperamos que en julio ya podamos ver un repunte. La gente tiene ganas de playa y de comer bien. Y aquí a l'Ametlla de Mar y en muchos otros puntos del territorio, esta es una oferta que tenemos», valla Gaseni.

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