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Naturaleza

Los bosques catalanes pierden en 25 años el 17% de capacidad de capturar CO2

Zonas como la Terra Alta rompen la tendencia y «muestran un tímido incremento de la ratio»

Imagen del arc Natural dels Ports desde la zona de la Vall de Mas de Barberans.

El Parc Natural dels Ports empieza una campaña por preservar el equilibrio ecológico de los EstrechosWikipèdia

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Los bosques catalanes han perdido en un cuarto de siglo el 17% de su capacidad para capturar dióxido de carbono (CO2), al tiempo que el agua aprovechada por ríos y acuíferos se ha reducido en un 29% durante este mismo periodo de tiempo.

Así lo determina el informe FOREStime, que analiza los cambios vividos por los bosques catalanes en los últimos 25 años y ha sido presentado hoy miércoles a la directora general de Calidad Ambiental y Cambio Climático, Mercè Rius, y el director del Centro de Investigación y Aplicaciones forestales (CREAF por las siglas en catalán), Joan Pi.

Para el estudio se han utilizado datos procedentes de 3.148 parcelas entre los años 1990 y 2014 y los bosques analizados se han dividido en tres tipos: de interior, mediterráneos costeros y de montaña.

La disminución en la capacidad de captura de CO2 se concentra en los de interior (hasta el 20%) y los costeros (16%), mientras que no se registran variaciones «perceptibles» en los de montaña.

La pérdida «de agua azul» -de la cual beben ríos y acuíferos de la cual- se debe, según el informe, al «crecimiento del bosque y la poca gestión forestal», y la han sufrido en mayor medida los de interior y los mediterráneos (38%), mientras que en los bosques de montaña el impacto ha sido menos acusado (12%).

Por el contrario, zonas de la Terra Alta, el Pallars, la Val d'Aran, el Alt Urgell y la costa de la Selva rompen la tendencia y «muestran un tímido incremento de la ratio».

El análisis también determina que la madera «que se puede extraer del bosque de manera sostenible» ha disminuido en torno a un 7%, especialmente en los bosques de interior (14,5%) y mediterráneos (8,2%), casi sin impacto en los de montaña (1,2%).

Sólo las setas «han mostrado más estabilidad» durante los últimos 25 años, si bien su presencia ha disminuido en global un 1%.

Aunque los valores varían según la tipología de bosque: en los de montaña y costeros la producción ha crecido respectivamente un 2,5% y un 3,8%, mientras que los de interior han perdido un 17% de su capacidad en este sentido.

El estudio señala, por otra parte, que los bosques conformados por árboles grandes «han sufrido una menor disminución de los servicios ecosistémicos».

«Los resultados sugieren que los bosques maduros con menos árboles, pero mayores, proveen servicios que son superiores a los de los bosques jóvenes constituidos por árboles pequeños», afirma el comunicado enviado a la prensa.

Una constante que se cumple «en todos los servicios ambientales menos con el agua azul», que registra una disminución en los bosques con árboles grandes, una cosa que puede explicarse porque «estos árboles, con sus raíces, pueden llegar más bajo y aprovechar el agua a más profundidad de tierra».

También indica el estudio que «para intentar mantener valores de agua azul elevados haría falta hacer actuaciones de gestión forestal más frecuentes y extensas, a pesar de saber que podría ser perjudicial al resto de servicios analizados» (CO2, madera y setas).

Concluye el trabajo que «la gestión forestal es una herramienta útil para ayudar a adaptar los bosques del cambio climático porque proporciona un margen de actuación para maximizar los servicios ecosistémicos que, como sociedad, queremos que nuestros bosques nos ofrezcan».

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