Presidente de Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Cataluña (JARC) en Tarragona
Agricultura y ganadería
«Con la crisis sanitaria los precios de la fruta dulce han sido más correctos»
Salvador Blade, agricultor de treinta años que vive en Miravet, se acaba de convertir en uno de los presidentes más jóvenes de las organizaciones agrarias
—Usted es el campesino más joven de la JARC. ¿Hay suficiente relevo generacional en el sector?
—Campesinos menores de treinta años hay muy pocos. No hay muchos jóvenes que quieran incorporarse al sector, si no es por continuidad familiar. Hacer una emprendedoría es muy difícil, porque hay pocas ayudas. Las inversiones son de larga duración y, evidentemente, la gente joven no podemos esperar. La mayoría de productores tienen de sesenta años en arriba. Todo cae en manos de empresas que tienen inversiones en la tierra, el agricultor profesional autónomo está desapareciendo.
—¿De qué manera se podría revertir esta situación?
—Todo pasa por el precio del fruto. La gente no va al sector agrícola porque no sabe el precio que cobrará por la fruta, ni si la cobrará. Cobras lo que sobra: tú pagas la fruta en la tienda, cobra el de la tienda, después el camionero, después el intermediario y lo que sobra es el que va al agricultor. Muchas veces estos precios están por debajo del precio de coste.
—Este es un problema histórico del sector. ¿Qué plantea usted que haría falta hacer?
—Dentro de la JARC estamos trabajando en esta cuestión. La COAG sí que está de acuerdo en el hecho de que se haga una ley de la cadena alimenticia, pero dentro de la JARC hay diferentes jefes sectoriales que no están de acuerdo en algunas partes de esta ley y estamos debatiendo cómo tenemos que posicionar.
—Ir todos a una sería importante.
—Es complicado, porque antiguamente ya había las cooperativas y muchas han acabado yendo a la quiebra. Lo que sí que tiene que haber es la concienciación que hay que comprar al pueblo o al pueblo del lado. No puede ser que aquí tengamos las naranjas de Xerta o Benifallet y en el súper las compremos de Sudáfrica. El mismo gobierno es quien provoca que los naranjos se estén abandonando, porque el producto de fuera muchas veces ni siquiera cumple una normativa que a nosotros sí que se nos exige. No puede ser que las naranjas de la otra punta de mundo sean más baratas que las de aquí.
—Usted acaba de asumir la presidencia del JARC. ¿Cuáles serán sus líneas de trabajo?
—He asumido el cargo con dos ideas: potenciar la agricultura entre los jóvenes y tener un precio justo. No nos queremos hacer ricos, pero sí intentar vivir mejor. Llevamos unos años que la fruta, que es lo que yo tengo más tratado, no da para vivir. Hay un año bueno y tres malos. Y como nuestro producto se estropea, o lo vendes o te lo quedas, en cuanto|así que lo tienes que acabar vendiendo al precio que sea.
—El sector también es relevante para el equilibrio territorial y social del país.
—Le puedo explicar que yo soy Técnico superior forestal, y por lo tanto he estudiado las masas forestales a la escuela de Bellissens de Reus. Los últimos años la masa forestal está creciendo, porque la agricultura contribuye al control de este crecimiento. También es un factor contra el despoblamiento. Si lo que queremos es que todos acabamos viviendo en las capitales, vamos por el camino correcto, porque si seguimos así, dentro de unos años habrá cuatro ciudades y sus alrededores. Tenemos que intentar que las zonas menos pobladas, como el lugar donde yo vivo, en que estamos cuarenta mil personas en tres comarcas, no acaben quedando vacías. Ahora, con la crisis de la COVID-19, se ha notado que los precios de la fruta dulce han sido más correctos. Prueba que, al bajar la exportación y quedarnos con el producto del país, el precio mejora.