Agricultura
Un molino del Morell se especializa en el aceite de aguacate y hace la primera plantación comercial de Catalunya
La primera cosecha se espera para abril del año que viene y el proyecto ya tiene proyección internacional
Desde hace un par de años que Mas Montseny comercializa aceite de aguacate. Los frutos los compran a cooperativas de Málaga y Valencia, dos de las zonas con más producción en el Estado. Y desde hace un año y medio han podido plantar una hectárea en el Morell. La primera cosecha se espera para abril del próximo año y les permitirá hacer el aceite con sus frutos y, además, hacer venta directa. «Ahora tienen el tamaño de dos nuevos. Han tenido una adaptación muy buena y los cuidamos mucho», afirma.
En este sentido han implantado un sistema de control climático con sensores de temperatura, para proteger los árboles del frío y el calor. Así, cuando la temperatura baja de tres grados se activan unos aspersores que mojan la plantación. En caso de que acabe habiendo una helada. Las gotas de agua cristalizan y se congelan, hecho que crea una capa en la superficie y protege el árbol. Y si el calor supera los 35 grados, el agua de los aspersores refresca el cultivo.
La finca también cuenta con un sistema de riego. Català sin embargo, rompe el mito que los aguacates necesitan mucha agua. «No quieren mucha agua, sino que quieren poca pero seguida», afirma. «En verano los riego quince minutos dos veces al día, con riego por goteo de cuatro litros por hora. Si hay charcos de agua, la planta no puede respirar por las raíces», asegura. De momento, cada árbol tiene entre doce y veinte piezas. «Calculamos que haremos entre 10.000 y 15.000 kilos en los próximos tres o cuatro años», expone.
Proyección internacional
La experiencia con el comercio de aceite de oliva ha permitido al molino Mas Montseny expandir con rapidez el aceite de aguacate. De hecho, aceite de oliva venden a países como Taiwán o Pakistán y ahora está cerrando acuerdos para exportar el de aguacate a Francia y Corea del Sur. Catalàasume que es un producto de lujo y que tiene un público concreto. «En el pueblo casi que no vendo», ironiza, y centra la distribución en grandes ciudades como Barcelona, Madrid o capitales de provincia, con más tiendas 'gourmet' y 'delicatessen'. «Es un producto nuevo, que llama la atención y que está de moda», comenta, e indica que se empieza a introducir en el ámbito de la restauración.