Atentados Barcelona y Cambrils
Cambrils recuerda los atentados sin ningún acto oficial y con mucho ambiente turístico
Algunos ramos de flores y un par de cirios, los únicos elementos depositados sobre el memorial, delante del Club Nàutic
Plena normalidad en Cambrils tres años después de los atentados terroristas en Barcelona y en esta población de la Costa Daurada. Unos ramos de flores y un par de cirios al suelo, encima del memorial situado en el Club Nàutic, pasaban desapercibidos por la mayoría de turistas que paseaban este martes por el paseo marítimo. Otros, sobre todo cambrilenses, se detenían unos instantes delante de la sobria lápida. La población se supo rehacer a toda prisa. Algunos vecinos lo critican y reprochan que se haya eliminado toda huella del 18-A. Otros echan de menos el nombre de la víctima en el memorial y la convocatoria de un acto oficial. La Delegación del gobierno español en Cataluña ha depositado un ramo de flores y el Ayuntamiento de Cambrils ha emitido un comunicado.
El manifiesto difundido por el Ayuntamiento de Cambrils reitera su «compromiso por mantener viva la memoria» y «por seguir trabajando para evitar que los discursos de las ideologías del odio puedan encontrar espacios donde desarrollarse». Es por eso que el consistorio trabaja con varios programas comunitarios y educativos.
Algunos cambrilenses, pero, creen que no hay suficiente. Han echado de menos algún acto institucional con motivo del tercer cumpleaños. «Mi marido ya me avisó, pero me he querido acercar para ver si se hacía algo», afirma decepcionada María del Castillo, una extremeña que lleva años afincada en Cambrils.
Cómo ella, muchos vecinos no se sacan de la cabeza aquella madrugada de pánico y desconcierto en el paseo marítimo, que se saldó con una persona muerta, siete más de heridas y cinco terroristas abatidos. «Un rato antes paseábamos con mis nietos y me horrorizo de pensar que nos podría haber cogido de lleno», recuerda Empar.
Ella y su hermana Mari Àngels veranean desde pequeñas en Cambrils y piensan continuar haciéndolo. Los atentados no les han sacado en absoluto las ganas de seguir yendo. Junto con una amiga se paran a menudo ante la lápida que rememora aquellos hechos, el denominado Memorial de la Pau, delante del acceso al Club Nàutic.
Les gusta la simplicidad que transmite la lápida, pero consideran que las huellas de aquella fatídica noche -como una marca de un tiro grabada en una barandilla del paseo marítimo- se tendrían que haber conservado. «Mi nieto rondaba por aquella barandilla y la retiraron; estas cosas no se tendrían que borrar, esto es historia», dice Empar.
A Salvador, como zaragozano, le indigna especialmente que el memorial no incluya el nombre de Ana Maria Suárez, la vecina de Zaragoza de 67 años que murió atropellada por los terroristas en Cambrils. «No sé para que sirve este memorial, da notoriedad a dos ciudades, pero no a la persona que perdió la vida», espeta.
El sentimiento profundo de algunos cambrilenses contrasta con el desconocimiento de los turistas, despertados la curiosidad por la presencia de flores en el suelo dejadas por anónimos y políticos. Una comitiva con los subdelegados del gobierno español en Tarragona y Lleida han depositado un ramo de flores blancas. Miembros del grupo de Cs también lo han hecho.
Tres años después de los atentados, en Cambrils la percepción es de un recuerdo lejano, pero imborrable. «Ya nadie habla, solo cuando nos lo preguntáis los medios de comunicación», aseguran restauradores del paseo, atareados y con pocas ganas de hablar mientras sirven a una clientela ajena a esta efeméride.