Artesanos
Flautas de pico de kilómetro cero
Hace más de una década que la luthier Marie Hulsens elabora flautas artesanales en su taller de Almoster
Marie Hulsens es una luthier francesa establecida en Almoster, en el Baix Camp. Allí tiene su taller, donde elabora flautas de pico, flautas de tres agujeros así como otras flautas tradicionales.
El origen del oficio hay que buscarlo al hogar familiar, en Francia, dónde su padre Guido tenía un taller: «Mi padre hacía de luthier, y yo siempre lo vi en casa. Cuando cumplí veinte años, en lugar de ponerme a estudiar, fui al taller a aprender con él», explica la artesana.
Ahora hace veinte años que empezó a hacer de luthier y diez que vive en nuestra casa, donde tiene su propio taller y elabora un extenso catálogo de flautas. Al frente están, sin embargo, las copias de flautas de pico medievales (Dordrecht, Tartu), del Renacimiento (consorte de Viena), pre-Barrocas (Van Eyck, Rafi, Ganassi) y Barrocas (Denner, Bressan, Stanesby, etc.). Otro apartado importante son las flautas de tres agujeros, aquellas que se tocan con una mano acompañándose de un instrumento de percusión. Finalmente, Marie también confecciona flautas para la música tradicional. Esta oferta, explica la misma Marie, hace que sea una luthier singular con respecto a sus especialidades, ya que no abundan los artesanos que tengan un catálogo tan extenso.
Entre sus clientes hay sobre todo músicos profesionales, pero también aficionados que buscan instrumentos de alta calidad, a pesar de que, explica, estos instrumentos acostumbran a tener un coste un poco elevado. No obstante, las flautas de Marie Hulsens han viajado hasta muchos rincones de la península Ibérica, así como a Francia. Incluso ha llegado a tener pedidos de Japón o Nueva Zelanda.
Con respecto al material, la luthier utiliza maderas de origen europeo, entre las cuales hay el acebo, el ciruelo, el almendro o el olivo. Incluso se hace llevar de casa de su padre, que corta acebo.
Un instrumento ‘vivo’
La elaboración de los instrumentos requiere de un tiempo, y es por eso, detalla la luthier, que nunca hace uno solo, sino que tiene diversos en marcha o a medio hacer, de manera que cuando le llega un pedido puede avanzar con un instrumento que ya haya empezado. Aún así, detalla, el trabajo no concluye cuando la flauta está acabada: «A veces consideras que está acabada, la tocas y te das cuenta de que con la humedad todo se ha movido, la fibra, la madera... Y lo tienes que volver a trabajar. Incluso una vez vendida, acostumbro a pedir que me la devuelvan al cabo de seis meses o un año para hacer otro retoque». Es por eso que, además de especializarse en la elaboración del instrumento, Marie tiene formación musical, algo imprescindible en un buen luthier. No obstante, subraya, también hay que hacer mucha investigación: «Te pasas toda la vida buscando información y descubriendo los secretos del oficio».
Con la crisis sanitaria, la luthier admite que el trabajo no le ha bajado demasiado: «No me puedo quejar, sigo trabajando, sobre todo porque la página web funciona muy bien, y aunque no he podido ir a ferias y festivales, he podido seguir haciendo trabajo».