Comercio
La apuesta por las calçotades en casa crece marcada por las restricciones
El consumo de calçots no se ha detenido este año, aunque los restaurantes registran un descenso de un 75% de esta actividad
La apuesta por las calçotades hechas en casa y en pequeño comité está creciendo esta temporada. En un contexto marcado severamente por la pandemia, las restricciones de movilidad y reunión han obligado a repensar la tradición. Este año ya no es posible ver grandes encuentros familiares o de amigos en un 'tros', una masía, una finca o un restaurante. Cuando menos, el ritual no se ha detenido y buena parte de los consumidores ha optado en estas primeras semanas de 2021 por hacer calçotades en su propio domicilio, en un entorno y con una cantidad de personas muy diferentes de lo que era habitual hasta ahora. Si bien las verdulerías y comercios especializados en calçots se han adaptado bastante bien a la situación, los restauradores son quien peor lo está pasando, ya que han cifrado el descenso de calçotades en este primer tramo de la temporada en torno a un 75%.
Los calçots cocidos para llevarhan sido uno de los productos estrella este inicio de 2021. Si antes ya era una alternativa habitual para aquellos que no disponían del espacio y herramientas necesarios, este año se ha convertido en la tónica habitual ante la imposibilidad de organizar calçotades numerosas. «La temporada de este año no ha empezado mal, está yendo mejor de lo que me esperaba», admitía Isabel Santacreu. La encargada de Calçots Santacreu explicaba que iniciaron la época de calçots a mediados de noviembre y, que desde entonces, «ha ido a buen ritmo», pero que «a mediados de marzo llegará el tramo fuerte».
Esta empresa especializada de Sant Salvador antes venía hasta 14.000 unidades en un solo domingo, mientras que este año están cociendo unos 10.000 los días de fin de semana. Según Santacreu, «los pedidos rondan el centenar de calçots, mientras que antes iban de los 300 a los 500», y se tienen que recoger en persona. Hasta el año pasado los restaurantes eran grandes aliados, pero las cifras de calçots vendidos se han reducido de 6.000 a 2.000. La empresa de Sant Salvador ha ampliado la oferta y ahora también ofrece longaniza. Santacreu detallaba que, a causa del confinamiento municipal, han «perdido clientes de los Pallaresos, Reus, Salou o la Pineda».
El incremento de las calçotades en casa también ha sido una tendencia notificada en Llaberia Fruits. «Ahora hacemos raciones de calçots cocidos por unas cuatro personas, mientras que antes las hacíamos para una quincena», lamentaba Núria Quian. Cuando menos, el número de encargos ha acabado multiplicándose, ya que de las grandes reuniones se ha pasado a varios grupos pequeños. En este sentido, Quian detallaba que el pasado domingo «habían vendido unas 5.000 unidades y registrado unos 75 pedidos». La tendencia va en incremento, ya que ayer una decena de personas habían pasado por Llaberia Fruits para preguntar por calçotades en casa, aunque no hacen servicio a domicilio. «Estamos satisfechos con cómo está yendo la temporada, no nos podemos quejar», celebraba Quian.
La restauración, resignada
Mucho peor está siendo el periodo de calçotades para los restaurantes. Los horarios de apertura y la limitación del aforo están dando la lata a los restauradores tarraconenses en una época marcada en su calendario. «Ya no vienen grandes grupos, y los clientes han bajado un 80%», explicaba Joan Busquets, del Mas Rosselló, que aceptaba que ya sólo venían «los incondicionales, familias o parejas». El restaurante situado en el paseo Rafael Casanova, con un amplio espacio al aire libre para calçotades, ha pasado de acoger a un centenar de personas en un solo sábado el año pasado a tener una quincena de clientes en todo un fin de semana este año. Busquets admitía que ya sabían «que sería un año malo», por lo que este 2021 han estrenado un servicio a domicilio, aunque «se trata de un extra, no puede sustituir las calçotades normales hasta ahora».
La situación que han vivido las últimas semanas en el restaurante SolRic es muy similar. «Estamos a años luz de lo que era antes», aseguraba Robert Iserte. El director comercial de Sol Ricexplicaba que en años anteriores podían llegar a organizar 150 calçotades en un solo día, pero que este año se habían tenido que reinventar con el servicio a domicilio: «Este domingo tuvimos 32 encargos». Los pedidos, además de calçots, incluyen carne, acompañamiento y salsa. Sol Ricmantiene el restaurante abierto, pero «la afluencia ha bajado un 75%», lamentaba Iserte.
Reinvención en las carnicerías
El ritual manda que después de los calçots toca la carne, con longanizas y cordero. Las carnicerías también se han tenido que adaptar al nuevo formato de calçotades. «Este año estamos trabajando mucho, hay más ventas aunque son más reducidas», indicaba Vicenç Martínez, de Carnisseria Vicenç. Este establecimiento no sirve a restaurantes, sino a particulares, como Carns Carme i Magí. Su propietario, Jaume Magí, lamentaba que a raíz de la crisis derivada de la covid «la gente mira mucho más los precios y se decanta por ir al supermercado», llegando a vender un 50% menos desde el inicio de la pandemia. En la Carnisseria Xarcuteria Nanda la visión era similar, ya que «si el año pasado se vendían cuatro corderos, ahora son dos», según Josep Poyo.