Judicial
Las antenas de telefonía situaron a la víctima y los acusados en Montmell la tarde del crimen
Los Mossos encontraron restos de sangre de la víctima en el interior de la casa donde se habrían producido los hechos
Inicialmente los Mossos también investigaron a Moisés, el propietario de la casa donde vivía Diego y amigo de Joaquín. Este hombre reclamaba dinero del alquiler a la víctima pero Diego se negaba a pagarle porque el banco había embargado el inmueble y, según han declarado algunos testigos, Moisés lo había amenazado. Gracias a un ticket de gasolinera con fecha de 14 de agosto del 2017 que la mujer de Diego encontró cerca de la casa de la calle de la Haya, los investigadores comprobaron que Joaquín y Moisés, cada uno en su vehículo, habían puesto gasolina unas horas antes del crimen en una gasolinera del Prat de Llobregat.
Según los Mossos, y a partir del análisis de los repetidores de telefonía, durante aquella tarde Joaquín fue hacia el Montmell, junto con su hermano Bacari Junior, para encontrarse con Diego y acabar con su vida. Por el contrario, Moisés se movió por la zona del Garraf y el Baix Llobregat mientras presuntamente se producía el crimen, que se sitúa alrededor de las siete de la tarde. Por este motivo, los Mossos descartaron a Moisés automáticamente, según el responsable del grupo de homicidios de la región policial Metrosud.
La investigación se centró entonces al reconstruir los pasos que dieron a Joaquín, Bacari Junior y Diego. En los tres se les ubicó en el Montmell sobre las siete de la tarde. Del análisis de telefonía se desprende que, hacia aquella hora, el teléfono de Diego se apagó y, hacia las siete y media, los Mossos sostienen que Joaquín y Bacari Junior se desplazaron hasta Olivella -donde había el domicilio de Junior- con la furgoneta de Joaquín y con la de la víctima.
El instructor ha apuntado que la hipótesis era que después de matarlo, lo más fácil es que hubieran envuelto el cadáver, lo cargaran en el maletero de la furgoneta de la propia víctima -una Renault Kangoo- y que se deshicieran del cuerpo en algún momento antes de llegar a Olivella. El GPS de uno de los móviles indicó que los acusados se desplazaron del Montmell a Olivella casi sin detenerse, y que sólo se desviaron hacia un lugar donde había unos contenedores. Los mossos no descartan que depositaran el cuerpo allí o que lo enterraran.
Según los investigadores, hacia las ocho de la noche del 14 de agosto Bacari Junior aparcó la furgoneta de la víctima en una calle de Olivella, seguidamente Joaquín lo pasó a recoger con su furgoneta blanca y entonces se fueron hacia el Prat, donde vivía Joaquín. Un vecino de la calle, sin embargo, sospechó de aquellos movimientos y dio el aviso a los Mossos. Una patrulla fue a la urbanización y observó unas manchas que parecían sangre en el exterior. Los indicativos policiales han explicado que parecía que alguien había intentado limpiar los restos y que a pesar de la sangre no se veía que el vehículo tuviera impactos o golpes.
El cabo de la patrulla ha declarado que abrió la furgoneta para descartar que hubiera alguien dentro. El testigo ha declarado que el interior de la furgoneta estaba «correcto» pero que les extrañó que faltara la moqueta protectora de la superficie del maletero. El vehículo no constaba como sustraído ni todavía se había denunciado la desaparición del propietario, Diego, por lo cual sólo colocaron un precinto policial y se fueron.
Hacia las 2.50 horas de la madrugada, alguien desplazó la furgoneta y la llevó hasta una pista de Sant Cugat Sesgarrigues, donde el día 15 de agosto apareció completamente calcinada. Los investigadores sostienen que lo hicieron los procesados, aunque sólo el teléfono de Bacari Junior daba señal a los repetidores de la zona. El de Joaquín estuvo ubicado en el Prat durante toda la noche. Aquellos restos de sangre no se pudieron llegar a analizar nunca porque el fuego destruyó todos los indicios.
El instructor ha apuntado que los procesados no tuvieron mucho tiempo para deshacerse del cuerpo y que, aunque lo buscaron en muchos lugares, incluso con perros, no han podido encontrarlo. El sargento ha mencionado que lo buscaron en torno al Montmell y que, a partir de varias informaciones aportadas por la mujer de Diego -que creía que lo tenían secuestrado-, lo buscaron en parcelas, en naves donde había marihuana o dentro de una autocaravana en la Ronda de Dalt de Barcelona. También llegaron a reventar la pared de un chalet por si lo ocultaban allí detrás, sin resultados.
La defensa subraya que los Mossos sólo se basan en hipótesis
La defensa de los principales acusados han cuestionado que los Mossos sólo trabajaran una hipótesis a partir de las manifestaciones de la mujer del muerto, Mónica, y que centraran toda la investigación en las ubicaciones de los teléfonos móviles. Los Mossos han admitido que no investigaron demasiado el pasado de Diego ni si tenía conflictos abiertos por temas de drogas. La defensa también ha subrayado que el vecino de Olivella que llamó a los Mossos no pudo identificar a los dos procesados como las personas que conducían las furgonetas.
Por otra parte, las intervenciones telefónicas y el vaciado de los terminales de telefonía que se hicieron una vez se detuvieron los sospechosos, el 5 de octubre del 2017, permitieron investigar la relación de llamadas y mensajes que habían hecho. El instructor ha señalado que Joaquín les mintió porque mientras en comisaría había dicho que hacía días que no había hablado con Diego, en alguna conversación admitía que había quedado con él. También ha apuntado que los días posteriores Joaquín se escondió y que tomó «precauciones», como no dejarse ver mucho por el barrio.
El responsable de homicidios ha afirmado que el testigo protegido que hay en la causa, el cual se definió como amigo de Joaquín y Bacari Junior, tenía miedo de los dos procesados. El sargento ha dicho que en ningún momento les explicó, tal como declaró el martes al juicio, que la mujer de Mónica lo había amenazado y que estaba declarando lo que ella le había dicho. El sargento ha afirmado que en este caso lo hubieran descartado pero que, en todo caso, este testigo no refirió ningún elemento que no hubieran podido confirmar mediante otras declaraciones.
Encuentran restos de sangre de la víctima
Después de que se denunciara la desaparición de Diego y que encontraran su furgoneta calcinada, el 15 de agosto agentes de la policía científica de la región policial Campde Tarragona accedieron al interior de la casa de la calle de La Haya. Allí encontraron manchas de sangre, en la nevera y en un punto del lavabo, según ha detallado el instructor, el ADN de las cuales correspondía con el de la víctima.
El abogado de la defensa ha señalado que no consta que los Mossos tuvieran autorización del juez o del inquilino de la vivienda para acceder a la casa en aquel momento. El fiscal lo ha admitido y ha abierto la puerta a excluir estas pruebas si, efectivamente, se confirma que no existe ninguna de estas autorizaciones. A pesar de todo, peritos de la policía científica han declarado que analizaron de nuevo la casa un tiempo más tarde y que encontraron aquellos mismos indicios, junto con otras manchas de sangre que no eran visibles a ojo. Los resultados concluyeron que había ADN de dos personas, entre los cuales la víctima, según han explicado.
Durante la sesión de este miércoles, otra agente de los Mossos ha explicado que Joaquín acudió el 18 de agosto por la noche al servicio de Urgencias del hospital de Bellvitge para que le curaran la mano. El procesado manifestó que había caído por las escaleras de casa aquel mismo día por la mañana, pero los Mossos lo pusieron en duda. La testigo ha opinado que la herida abierta que presentaba podría ser compatible con una herida defensiva o de ataque contra la víctima.