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Pueblos de Tarragona acogerán refugiados para no perder población

Senan y els Guiamets participan en el plano piloto impulsado por la Associació de Micropobles Catalunya

La educadora y los niños de l'esplai familiar de autogestionado de La Muntanya d'Arbolí.

Una veintena de pueblos de Cataluña acogerán familias refugiadas a partir de finales de añoACN

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L'Associació de Micropobles de Catalunya (AMC), en colaboración con el Servei d'Ocupació de Catalunya (SOC), está impulsando un proyectopor el cual familias refugiadas que han llegado al país vayan a vivir en municipios pequeños. Cada pueblo recibirá a una familia y durante un año el consistorio le asegurará una vivienda digna y trabajo para uno o dos miembros. Unos puestos de trabajo que estarán subvencionados por el SOC. La intención es poner en marcha una prueba piloto y desde l'AMC ya se han seleccionado más de una veintena de localidades para que, hacia finales de año, reciban a las primeras familias. El objetivo de la iniciativa va más allá de la solidaridad y pretende también detener el despoblamiento rural y enriquecer los pueblos culturalmente.

La idea salió de la misma AMC ante la necesidad de los municipios de frenar el despoblamiento que sufren. Después de hablar con la Secretaría de Igualdad, Migraciones y Ciudadanía consideraron que una buena opción sería acoger familias refugiadas. Según explica Xavier Camps, miembro del consejo directivo de l'AMC, la Generalitat gestiona actualmente unas 4.000 personas refugiadas. «El reto era ligar como estas familias podían llegar a un micropueblo y nosotros darlos vivienda y trabajo al menos por un año», comenta.

Posteriormente, desde la entidad se decidió poner en marcha una prueba piloto y se hizo un llamamiento a los 337 ayuntamientos asociados por si estaban interesados al formar parte del proyecto. De entre los dispuestos se han seleccionado una veintena, de diferentes puntos del país. El siguiente paso será que dos o tres familias visiten los pueblos para ver en qué lugar «pueden encajar mejor». «Si a una familia que en su país vivía a 4.000 metros de altura ahora la pones en un pueblo junto al mar, quizás no funcionará», razona Camps.

Una de las localidades seleccionadas para formar parte del proyecto es Senan (Conca de Barberà). Tiene una cincuentena de habitantes y su alcaldesa, Carme Ferrer, asegura que la iniciativa puede ser positiva para todas las partes. «Ellos para nosotros son una nueva oportunidad de crear nuevas sinèrgies, aprender cosas de otras culturas y diversificar los municipios», apunta.

En Senan todavía no tienen claro qué trabajo harán los nuevos vecinos. «Tenemos varias necesidades: mantenimiento, soporte administrativo al ayuntamiento, gestionar el local cultural y social que tenemos cerrado...» concreta. Aparte, tampoco descarta que pueda trabajar fuera del municipio, si el perfil profesional de la persona refugiada se lo permite, y remarca que muchas de ellas tienen estudios y están «muy preparadas».

Donde sí que ya lo han decidido está en los Guiamets (Priorat) y la tarea será la de ayudante de alguacil. El sueldo no supondrá ningún gasto a los consistorios ya que el puesto de trabajo estará subvencionado por el SOC a través de un convenio con l'AMC que se firmará próximamente. Ahora tienen que encontrar a una familia que encaje en el municipio. El alcalde, Miquel Perelló, apunta que también tienen forzar claro donde podrá vivir esta familia. Una situación que puede ser más compleja de lo que parece a priori, ya que la vivienda en los municipios pequeños es «un grave problema» porque si bien es cierto que hay muchas casas vacías, «no se venden, ni se alquilan, ni se reforman y hay que están abandonadas», comenta Perelló. En el pueblo tienen la suerte de tener un edificio con pisos disponibles y el ayuntamiento asumirá el alquiler de uno de los apartamentos a fin de que se instale la familia recién llegada.

Integración a largo plazo

Más allá que las personas refugiadas tengan la oportunidad de tener trabajo durante un año, la finalidad de la iniciativa es que se integren en el pueblo y puedan vivir más tiempo. Para facilitarlo los ayuntamientos buscarán vecinos para que les hagan de mentores y así se sientan más acompañados. De hecho, el ACM también impulsa un proyecto de inclusión en el municipio con la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con el fin de desarrollarlo a través de la escuela o de asociaciones locales. La voluntad es ponerlo en marcha antes de que lleguen las familias a fin de que los residentes conozcan las particularidades de las personas refugiadas y romper estigmas.

«A nuestros municipios no los costará integrarlos», asegura la alcaldesa de Senan. En los Guiaments tienen previsto hacer pronto una reunión de pueblo donde expondrán a los vecinos la necesidad de encontrar mentores y Perelló se muestra convencido que encontrarán voluntarios.

Paralelamente, Camps explica que también se pondrá en marcha un programa europeo para hacer un seguimiento de las familias una vez acaben el contrato de trabajo, a fin de que puedan encontrar un nuevo empleo o convertirse en emprendedores. «Todos los ayuntamientos tenemos proveedores y durante el primer año sabremos si aquella persona es buena para hacer el trabajo. Si las empresas con las qual tenemos contacto necesitan gente, nosotros los podremos ofrecer trabajadores», remarca Camps.

La intención del ACM es que cada pueblo pueda acoger a una familia cada año. Si la acogida esexitosa y una vez finalizada la subvención aquellas personas pueden seguir viviendo por sus propios medios en el municipio, podrá llegar otra familia a empezar el proceso. Si eso acaba sucediendo, se habrán alcanzado todos los objetivos. «Los pueblos nos repoblaremos, daremos salida a los refugiados y nos habremos enriquecido cultural e intelectualmente. Es la cuadratura del círculo», finaliza Camps.

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