Patrimonio
Montblanc protege las barracas de piedra seca ante la amenaza de las obras de la A-27
Buena parte de estas edificaciones rurales se concentran en la zona de Lilla donde se construye el túnel de la futura autovía
Una veintena de cabañas, junto al túnel de la A-27
La historia se repite y la construcción de otra infraestructura de interés público general pone en peligro la piedra seca. Entre los dos trazados se habrían perdido media docena de barracas. Hay un par, ahora en manos de Fomento, que se han salvado por los pelos. Donde más se encuentran esen la partida del CampMagre, dentro del núcleo agregado de Lilla, donde se está perforando el túnel de la A-27.
En esta zona hay más de una veintena, de las 162 recogidas en el inventario. El naturista cree, sin embargo, que por el término puede haber muchas más ocultas, en tierras abandonadas. «Estamos en una zona de transición, entre la cabaña y la barraca, si bien aquí predomina la barraca», destaca Martínez. La diferencia radica básicamente en si presentan la cubierta típica de la vuelta de cañón.
En la Conca de Barberà la existencia de la piedra seca se manifiesta alrededor del año 1850, con la gran expansión de la viña. Las barracas proporcionaban cobijo al campesino que hacía noche durante la vendimia. También servían para proteger el ganado y guardar herramientas. Entre las que se conservan, la más singular es la del Cal Ticó, más grande que el resto, con dos estancias diferenciadas.
La necesidad de preservar la arquitectura rural
Las obras son «la chispa», según el alcalde Josep Andreu, que han encendido la necesidad de disponer de un catálogo y un plan especial de todas las cabañas y barracas de piedra seca del término, aprobado por el plenario recientemente. Pero una cosa es la protección y otra, su conservación. Los naturistas alertan que la mayoría se encuentran en un estado deteriorado preocupando.
«Sufren desprendimientos, las raíces de las coscojas debilitan la estructura y se hundirán si no se interviene», avisa Martínez. Lamenta que se les dé menos valor porque se conservan una gran cantidad, por todas partes. A partir de aquí, propone una línea de ayudas que motive a los propietarios a arreglar sus barracas. Dice que algunos están «concienciados», pero faltaría ayudarles.
«Si más adelante alguna presenta incidencia o peligro de derribarse tendremos la obligación de hacer los trabajos de conservación necesarios, ya que están protegidas», se compromete el alcalde. El Ayuntamiento quiere preservar la arquitectura rural. Elementos patrimoniales como el acueducto de Sant Joan, pozos de hielo, molinos e incluso la barraca de Cal Ticó ya han sido declarados como BCIL.