Sociedad
Más de 200 personas asisten a la lectura del manifiesto de los tenderos del barrio antiguo de Valls para reclamar seguridad
Los comerciantes han bajado simbólicamente persianas, entre gritos y silbidos
«Hace más de diez años reclamábamos exactamente lo mismo, para combatir la degradación continua del barrio, y desde entonces hemos hecho muchas reuniones, la última el pasado 22 de febrero, nos escuchan pero no atienden a nuestras demandas», dice Sans. El próximo martes habrá una nueva reunión de urgencia en el Ayuntamiento, si bien Sans tampoco tiene muchas esperanzas. «La acción de hoy es fruto de un malestar general que hace muchos años que dura, y ahora ya estamos en un punto de emergencia; el barrio lleva años en la UVI y está a punto de entrar en el cementerio, nos queda una muy pequeña oportunidad para poder resucitarlo», concluye Sans.
Por su parte, la actual alcaldesa Dolors Farré, acompañada de la concejala del Centro Histórico de Valls, Sònia Roca, han querido dar la cara asistiendo al acto. La alcaldesa ha garantizado la predisposición del Ayuntamiento para revertir la situación, del brazo con los comerciantes. «Estamos a su disposición, si remamos en la misma línea saldremos adelante, pero nos lo tenemos que creer e ir con la misma estrategia», ha manifestado. Farré ha remarcado que desde el consistorio se vela la problemática de inseguridad, instalando cámaras de vigilancia que, de hecho, han permitido evitar la comisión de delitos o ayudado a resolverlos.
El manifiesto suscrito por los tenderos del barrio antiguo reclama seis medidas básicas: un plan social para afrontar las problemáticas sociales y de drogadicción, actuar contra el tráfico de droga, incrementar la vigilancia policial, multar las acciones incívicas, abrir el museo casteller y devolver el mercado semanal de la verdura a la plaza del Oli -actualmente reubicado en otra zona de la ciudad. «Eso nos ayudaría a mantener los comercios y habría más movimiento en el barrio, hace muchos años que aguantamos y estamos cansados, decimos basta de la degradación social y económica del barrio», añade un veterano comerciante, Josep Maria Dalmau.