«Navegando en solitario duermes en franjas de quince minutos porque el barco no para»

—La Minitransat es una de las competiciones de vela oceánica más reconocidas y seguimientos del mundo. ¿En qué consiste?

—Es una competición a bordo de barcos de 6,5 metros. Se hace en solitario y sin ningún tipo de comunicación con el exterior. Sólo puedes disponer de una radio UHF con alcance de diez kilómetros. Se hace en dos partes: una primera desde Francia (Sables de Olonne) hasta las Canarias, y una segunda hasta la isla de Guadaloupe, en el Caribe. La primera etapa dura unos diez días y la segunda, de quince a veinte días.

—Qué requisitos se piden para poder competir?

—Tienes que haber hecho 1.500 millas en regatas y 1.000 millas en solitario en un circuito propuesto por la organización. En mi caso, ya lo tengo hecho.

—Cómo es el barco en que navegará?

—Hace 6.5 metros de largo y 3 metros de ancho. Dentro no hay nada, ni cocina, ni lavabo... Puedo tener un hornillo para calentar el agua para los liofilizados y el lavabo es un cubo. No tiene motor y podemos llevar hasta siete velas.

—Tampoco pueden llevar aparatos de navegación?

—Podemos tener una electrónica básica que te diga la dirección del viento y un GPS, pero sin cartas impresas, y un aparato que nos indica si hay otro barco cerca en caso de que vayamos en rumbo de colisión.

—El reto para el navegante parece mayúsculo.

—Sí que lo es. Hay que saber gestionar toda la energía durante los días de navegación. Y también las horas de sueño, porque cuando duermes el barco no para. Duermes en franjas de quince o veinte minutos. Eso si puedes dormir, porque si hace mala mar o las condiciones no te lo permiten, puedes pasar un día o dos sin hacerlo.

—Por lo tanto, la preparación mental también debe ser fundamental.

—Sí, pero la clave es tener muy claros los objetivos y las motivaciones. Si lo tienes claro, ya puede hacer mala mar, que encuentras las fuerzas para seguir adelante.

—En su caso, cuáles son sus motivaciones?

—Mi objetivo es entrar en el mundo de la navegación transoceánica compitiendo en la categoría de minis.

—Qué experiencia tiene, como navegante?

—Empecé a los cinco años en el club de la playa de Creixell y, al cabo de poco, ya empecé a ir a otros clubs y a navegar con naves de vela ligera. Hace unos tres años empecé a navegar en cruceros como tripulante y allí fui conociendo gente hasta llegar a la navegación en solitario.

—Tiene formación académica? ¿De qué manera le resulta útil, lo que está estudiando, para la navegación?

—Ahora estoy haciendo el doble grado en Ingeniería Mecánica e Ingeniería de Materiales en la UPC. Me resultan muy útiles porque me ayudan a entender el funcionamiento del barco. En regatas como estas, siempre hay alguna cosa que se rompe y lo tienes que arreglar. Teniendo estos conocimientos, todo eso me parece más sencillo.

—Navegandoen solitario ya debe haber tenido alguna experiencia memorable.

—Sí, cuando estaba haciendo las mil millas, al llegar al Mediterráneo, tuve bastante temporal, las olas eran de cinco metros y casi volqué. Sin embargo, cuando ya ha pasado, ves que has aprendido mucho. Y pienso que la satisfacción que sientes cuando vuelves de la regata es todavía mayor que cuando estás en medio del mar, pensando «qué hago aquí, bajo la lluvia, sufriendo frío, sin dormir y comiendo mal...». Al final compensa mucho.

—Participar en la Minitransat tiene un coste muy elevado?

—Bastante. El gasto principal es la compra del barco, pero después están las inscripciones a las regatas, el transporte del barco de vuelta desde el Caribe hasta Francia, las velas, la electrónica, los recambios, la ropa, la comida... Para hacer una Minitransat, sin contar el coste del barco, hacen falta unos 27.000 euros. Tenemos algunos colaboradores, pero también estoy buscando patrocinadores que nos puedan ayudar económicamente.