Demografía
La pandemia acentúa la migración interior hacia la provincia de Tarragona
La demarcación fue la segunda de España que más aumentó en residentes provenientes del resto del Estado durante el 2020, después de Toledo
La pandemia de la covid-19 ha acentuado el crecimiento del número de habitantes en la provincia de Tarragona provenientes de otros puntos de Cataluña o del Estado español, una tendencia que ya se estaba produciendo los últimos años. En este sentido, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la demarcación cerró el 2020 con un saldo total positivo de 10.978 residentes, que es la diferencia entre los que se marcharon de la provincia y los que vinieron a vivir, indiferentemente del destino y la procedencia. El crecimiento, sin embargo, no se encuentra en el saldo total, que ha sido superior otros años, sino que radica en el saldo interior, que es la diferencia entre los que vienen de otras partes del país o se marchan también a otros puntos del Estado. En esta línea, la provincia de Tarragona fue la segunda de toda España que más creció con respecto a nuevos habitantes provenientes del resto de España, con un saldo positivo de 6.154 personas, sólo por detrás de Toledo, con 8.094. Este mismo saldo en Tarragona había sido de 398 personas en el 2016, de 1.890 en el 2017, de 2.350 en 2018 y de 2.936 en 2019. Por otra parte, la diferencia entre las personas que vinieron del extranjero a vivir a la demarcación y las que se marcharon de aquí para ir a residir en otro país también fue positivo, ganando así a 4.824 habitantes nuevos.
Según explica Joan Alberich, profesor agregado del Departamento de Geografía y miembro del grupo de investigación GRATET Análisis Territorial y Estudios Turísticos de la Universitat Rovira i Virgili (URV), durante los últimos años ya ha habido esta dinámica de desconcentración de población, por lo cual «no es una coincidencia que los mayores saldos positivos hayan tenido lugar en provincias próximas a las grandes ciudades». Al respecto, añadía que «hay que pensar que, en el caso de la provincia de Tarragona, principalmente es gente de Barcelona que cambia de residencia y apuesta más bien por comarcas como el Baix Penedès o el Tarragonès, que están cerca del área metropolitana». Alberich asocia que el motor de esta tendencia de los últimos años ha sido el precio de la vivienda, que es más barata en zonas de municipios pequeños y medios alejados de la gran ciudad. Una motivación que, según explica el experto, también ha estado presente en estos movimientos migratorios durante el 2020, el año de la pandemia, pero en los cuales también ha tenido un peso fundamental la voluntad de mucha gente, a raíz de los confinamientos, de ir hacia entornos más agradables y menos densos, que a la vez son también los más baratos. «Es probable que fruto de la pandemia haya habido menos migraciones del normal, principalmente por cuestiones económicas, ya que mucha gente se ha quedado sin trabajo, y porque la movilidad también ha sido reducida, pero las que se han producido se han enmarcado en esta dinámica de marcharse de zonas con mucha población, encontrar viviendas más amplias, a poder ser con jardín, etc.», señala Alberich.
El profesor de la URV ejemplariza esta desconcentración de población de las grandes ciudades también con el caso de Toledo. «Toledo está en Madrid lo que Tarragona está en Barcelona», dice Alberich, en el sentido de que la ciudad de Castilla-La Mancha es muy próxima a la capital española, cómo Tarragona lo es en la capital catalana. «Girona también tiene un saldo positivo interior en el caso de Cataluña, y la única demarcación que no lo tiene es Barcelona, como reflejo de los movimientos de salidas de las grandes áreas metropolitanas a zonas periféricas. De la misma manera en Madrid pasa con Ciudad Real o Guadalajara, que son provincias receptoras de habitantes de la gran ciudad,» añade al experto.
Pasa algo diferente cuando se trata de habitantes que vienen a vivir aquí provenientes de otros países. «Se produce un doble fenómeno, y es que la población autóctona tiene tendencia a marcharse de las ciudades, pero la gente que viene de fuera se concentra», dice Alberich. Y así lo demuestran los datos del INE. El hecho de que los extranjeros apuesten por las grandes ciudades hizo que mientras el saldo interior en la provincia de Tarragona era el segundo más alto de todo el Estado, el saldo exterior hacía que se encontrara en posiciones más retrasadas. Así, la diferencia entre la gente que se marchaba a vivir fuera del país y la que venía también del extranjero era mucho más elevada en las provincias de Madrid, con un saldo positivo de 46.740 personas, y de Barcelona, con 45.992. Contrariamente, con respecto al saldo interior, estas provincias tenían números negativos: -38.240 y -21.510, respectivamente, por lo que comenta Alberich de la marcha de gente que ya vive al país en zonas menos densas.
En este caso también se puede poner el ejemplo de la ciudad de Tarragona que, aunque en menor medida, también demuestra la prevalencia de los extranjeros para ir a ciudades y no a municipios pequeños. El saldo total de la capital de la demarcación fue de 229 habitantes menos en el 2020. Si bien el saldo interior fue negativo, es decir que más gente se marchó de Tarragona a otra ciudad del Estado de la que vino también proveniente de España, con una cifra de -756, hubo mucha más gente que vino a vivir a la ciudad procedente del extranjero que residentes en Tarragona que se marcharon, con una cifra positiva de 527 habitantes.
Crecimiento natural a la baja
Paralelamente, Alberich alerta de que la población crece por dos factores, las migraciones y el movimiento natural. «Cataluña es una zona que desde hace un par de años registra más defunciones que nacimientos, una tendencia que la pandemia ha acelerado y, por lo tanto, si queremos seguir creciendo, necesitamos esta dinámica migratoria, porque, si sólo dependiéramos del movimiento natural, perderíamos población,» comenta al profesor de la universidad tarraconense. Alberich explica que esta dinámica de más defunciones que nacimientos tiene que ver con el hecho de que «quien ahora está en edad de tener hijos son las generaciones vacías de los años 90, cuando hubo muy pocos nacimientos y, además las condiciones económicas actuales no hacen pensar que estas personas, que ahora tienen unos 30 años, tengan muchos hijos, con lo cual la natalidad irá disminuyendo,» y añade que, por otra parte, «la mortalidad irá creciendo porque hay más población envejecida». Así, Alberich finaliza reconociendo que «el movimiento natural no nos hace ser optimistas y, si la provincia de Tarragona quiere seguir creciendo, tendrá que ser mediante el saldo migratorio».