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El pantallismo y el desconfinamiento disparan la demanda de un centro de menores con adicciones en Aiguamúrcia

La escuela terapéutica Can Ros, en el Alt Camp, atiende a 92 adolescentes, aislados de sus familias con el fin de recuperarse

Unos menores haciendo estiramientos a los jardines de un centro terapéutico para adolescentes, del grupo Amalgama7, ubicado en el Alt Camp.

El pantallismo y el desconfinamiento disparan la demanda de un centro de menores con adicciones en AiguamúrciaACN

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La adicción en las pantallas y el desconfinamiento han disparado la demanda en el campus de verano de un centro de menores con dificultades, situado en el Alt Camp. La escuela terapéutica Can Ros del grupo Amalgama7 tiene más de ochenta jóvenes ingresados, que restan aislados de sus familias hasta que superan sus adicciones, dispares según cada caso. El pantallismo, sin embargo, es una problemática compartida por todos los residentes. Aseguran que tuvieron acceso a las pantallas desde bien pequeños, una situación acentuada por la pandemia y que ha aflorado con el aumento de demanda en esta residencia ubicada en plena montaña, al término de Aiguamúrcia. La lista de espera ha crecido más de un 50% para las 92 plazas totales. «Una demanda récord», dicen desde el centro.
«No habíamos tenido nunca tanta demanda desde que abrimos», constata el director clínico de Amalgama7, Jordi Royo. En una entrevista a la ACN, el doctor explica que durante la pandemia la residencia había restringido la ocupación al 75% de su capacidad, pero que eso hizo que la lista de espera se fuera engrosando. Con el desconfinamiento, el ritmo de ingresos es creciente. Y la oferta del denominado 'Summer Experience', cargado de actividades estivales, también ayuda.

Desde el centro calculan que ahora en verano los ingresos de menores aumentarán un 25%. «También hay muchas altas, sino no tendríamos plazas disponibles», explica Ramon Vila, responsable del área socioeducativa de Amalgama7. «Es una experiencia que nos hubiera ido muy bien a todos una vez a la vida», asegura. Principalmente, y a grandes rasgos, los problemas que presentan los jóvenes son trastornos de conducta, del estado anímico y abuso de de sustancias tóxicas.

Los ingresos: sin los padres durante cuatro semanas

Recuperando un antiguo hotel de lujo en desuso, este centro terapéutico abierto hace cinco años está situado en un paraje aislado del Alt Camp, encima de una colina a la cual sólo se accede por una carretera sinuosa. Abarca más de 100 hectáreas y una superficie total construida de más de 3.500 metros cuadrados. El coste mensual es elevado, pero a las familias los compensa saber que los hijos hacen terapia, escuela y deporte en un entorno protegido que disfruta de instalaciones propias de un resorte.

La estancia media de los ingresos suele ser de 8 meses. Hay menores de los 14 a los 18 años de todo el estado español y también internacionales. Ante la alta demanda, Amalgama7 abrirá en septiembre un nuevo centro a Madrid, de donde provienen muchos residentes. A menudo los menores llegan sin saber dónde van pero acompañados de los padres con los cuales no tendrán ningún contacto físico hasta al cabo de cuatro semanas, más allá de enviarse cartas. Jóvenes que han pasado por el mismo tráfico les dan apoyo.

«Quiero volver a estar con la familia, no quiero el móvil»

«Quiero volver a ver a mi familia, no el móvil». En una terapia de grupo en la cual ha tenido el acceso a la ACN, los jóvenes confiesan su adicción a las pantallas y que eso les aislaba de su entorno más próximo, pero que ahora se han dado cuenta de que aman y añoran a sus familiares. El confinamiento por la covid-19 ha precipitado esta adicción, que a menudo va acompañada de una bajada en el rendimiento escolar y de maltrato a los padres. En este centro los menores, que cursan ESO, bachillerato, ciclos y la selectividad, el porcentaje de aprobados es superior al 75%.

Un servicio con vocación pública

Can Ros se define como una clínica, una escuela y una casa de colonias al mismo tiempo, una combinatoria manifiestamente cada vez más necesaria. «Este servicio tendría que ser público», afirma al doctor Royo. «Tenemos mucha vocación de pública: ofrecemos una parte de plazas tuteladas con la DGAIA, pero también tenemos concertadas con otras comunidades como Aragón y Andorra, y ojalá tuviéramos con el Departamento de Salud de la Generalitat; creemos que sería importante que este tipo de recurso se ofreciera desde la sanidad pública», concluye el director clínico de Amalgama7.

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