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Agroalimentación

El ajo de Belltall, un cultivo de 300 años de historia con una demanda creciente

La agrupación de productores creada en el 2011 no da abasto y ya tiene apalabrados el millar de horcas de la cosecha de este año

Una mujer sentada en el portal de su casa haciendo horcas de ajos a Belltall (Conca de Barberà), con un tractor en el fondo.

El ajo de Belltall, un cultivo de 300 años de historia con una demanda crecienteACN

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El ajo de Belltall experimenta una demanda creciente. La agrupación de productores creada hace diez años para que no se perdiera este cultivo de secano no da abasto y ya tiene prácticamente apalabrados el millar de horcas de la cosecha de este año, que es de una calidad excelente, según los agricultores. ¡«Y más que tuviéramos»!, dicen. De hecho, este próximo fin de semana celebran la XII fiesta del ajo, después de que el año pasado se tuviera que suspender por la covid-19, y se han preparado 150 horcas para ponerlos en venta. La elevada demanda de este ajo de altura cultivado a 800 metros de altura motiva a la agrupación a seguir buscando nuevos productores. En paralelo, se hacen estudios para mejorar todavía más la calidad de un ajo que se cultiva desde hace más de 300 años.

La elevada demanda y la modesta producción de ajo de Belltall convierten este cultivo de secano en un producto muy apreciado tanto por particulares como restauradores y comercios. La Agrupación de Productores de ajo de Belltall cada año los acaba. Tienen que hacer lo imposible por reservar para la fiesta del año, del próximo sábado 7 de agosto. «Hay clientes muy fieles, algunas horcas ya tienen nombre y apellido asignados», afirma, risueña, la presidenta de la entidad, Montse Sánchez.

También los productores son fieles a un cultivo que se remonta al siglo XVIII. Así se siembra utilizando los granos de ajo -de 100 y pico horcas saldrán entre 800 y 1.000. La plantación se realiza durante los meses de noviembre y diciembre. Más adelante, empieza el proceso de escugular -arrancar el 'cúgol', un tallo verde tierno que también se saca rendimiento a la cocina. Este proceso se hace para que el ajo se forme más grande. En junio se arrancan los ajos uno a uno.

El último proceso pasa para enristrar los ajos, proceso por el cual se necesita centeno, previamente en remojo durante horas, que sirve para atar las cabezas y trenzarlas, formando dos piernas. Una sola horca requiere media hora de trabajo. Se hacen de largas –de 50 cabezas- y de cortas -26 cabezas- que, a su vez, pueden ser de tamaño grande, medio o pequeño, a unos precios que oscilan de los 17 a los 40 euros. Hay para todos los gustos y bolsillos, pero cada año se agotan todos.

El ajo de Belltall, de gajo rojo, se caracteriza por ser sabroso y 'coent', pero sin repetir, y al mismo tiempo fuerte, que aguanta de un año para el otro, características que le propicia su cultivo de secano a 800 metros de altura. El estudio técnico que lleva a cabo la Fundación Miquel Agustí, vinculada a la UPC, analiza las dificultades de la productividad de este ajo para mejorarla y selecciona las poblaciones de más calidad, tal como también hace con el calçot de Valls.

Una quincena de casas de este pequeño pueblo a caballo entre la Conca de Barberà y el Urgell se han animado a cultivar, siguiendo los consejos de los campesinos de toda la vida, de forma manual y tradicional. Quieren aumentar la producción, pero con los que son no es suficiente. La agrupación hace un llamamiento a gente joven, como una posibilidad de medio de vida. También instan a la administración a que apueste por revalorizar el mundo rural -banco de tierras, viviendas, servicios, etc.

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