Economía
Prades termina una cosecha de lúpulo en la cual casi dobla la producción
En el municipio se cultivan 9,5 hectáreas de tres variedades diferentes que Damm utiliza para hacer cerveza
El siguiente paso fue contactar con agricultores. Kevin Tejedera, agrónomo de Damm responsable del proyecto del lúpulo en Prades, explica que hablaron con el ayuntamiento y la cooperativa para ofrecer un proyecto para que los campesinos pudieran explotar terrenos que no trabajaban. «Hacemos un proceso de cuatro años durante los cuales los asesoramos y acompañamos, y a partir del cuarto ya trabajan sus fincas de manera autónoma pero con nuestra ayuda», detalla. De hecho, aunque se trata de una planta trepadora, puede producir durante 20 años.
Uno de los campesinos que decidió añadirse a la iniciativa es Marius Ruscovan. «Ha sido extraño. Ni yo ni ningún campesino de Prades conocíamos el cultivo, pero todo lo que es nuevo, me gusta», asegura. Hasta entonces basaba la producción en las patatas y las avellanas, pero últimamente se ha dado cuenta de que el lúpulo puede llegar a ser más rentable. «El lúpulo da más que las patatas», exclama. Además, tiene la «tranquilidad de tener la venta asegurada» y el hecho de tener un asesoramiento técnico le ha permitido mejorar constantemente. Estos últimos meses, y ante la dificultad para encontrar productores locales, Damm ha optado por alquilar terrenos para impulsar más plantaciones.
Hasta los siete metros
Tejedera explica que el lúpulo empieza a brotar en marzo y alcanza la máxima altura alrededor de Sant Joan, cuando llega a unos siete metros. Durante estos meses los campesinos hace falta que hagan un proceso cuidadoso y manual de «tutoratge» para ir encaminando la planta hacia donde más interesa al productor. La cosecha empieza a finales de agosto y se alarga durante septiembre. En Prades la hacen combinando técnicas manuales y mecánicas. Una de las dificultades con las cuales se han encontrado últimamente son los hongos. El año pasado, igual que la viña, sufrieron bastante con el mildiu, pero también tienen que luchar contra el fusarium y el oídio, entre otros. «Perjudican mucho la producción y no tenemos tratamientos autorizados», lamenta Ruscovan.
Una vez las ramas son en el tractor se portan hacia la cooperativa. «Tenemos todas las fincas a menos de tres kilómetros del centro de transformación», destaca Tejedera. Allí tienen maquinaria que los ayuda en el proceso, que empieza con dos peladoras que separan la flor de la rama, que se descarta. Las flores pasan a una secadora, donde están entre cuatro y cinco horas con un aire a unos 60 grados de temperatura. «Cuando la planta está seca con menos de un 14% de humedad, hacemos balas para almacenar y después un proceso de pel·letització», concreta el técnico. Cuando tienen un buen stock de pel·let de lúpulo, lo envían a la planta cervecera, donde lo introducen a los tanques para hacer la bebida.
Comercialmente, Damm utiliza el lúpulo pradenc para producir la Complot IPA. Esta cerveza contiene hasta ocho variedades diferentes, incluidas las tres de Prades. «La idea es llegar a cultivar las ocho para hacerla 100% catalán», avanza Tejedera.