Sequía
Los municipios de la Conca de Barberà sufren la falta de agua
Se trata de l'Espluga de Francolí, Santa Coloma de Queralt, Passanant y Belltall, Llorac, Forès, Les Piles y Sarral
Duchas escasas, problemas para lavar los platos o preparar un café, piscinas vacías y una mayor conciencia del cambio climático son algunas de las consecuencias de las restricciones de agua que sufren desde hace una semana los vecinos de cinco poblaciones de la comarca de la Conca de Barberà.
Con los pantanos catalanes por debajo del 39%, la alerta por sequía empieza a tener consecuencias en el suministro de agua en esta zona de Tarragona y ha obligado a activar la alerta hidrológica en 279 localidades catalanas, donde viven más de 683.000 personas.
La alcaldesa accidental de l'Espluga de Francolí, Aida Morgades, ha explicado a Efe que el ayuntamiento decidió el pasado 17 de agosto cortar el suministro de agua de diez de la noche a siete de la mañana por una disminución progresiva de los niveles de agua de sus pozos por la falta de lluvia.
Esta localidad tarraconense ha impuesto una limitación horaria del agua y ha pedido a los municipios próximos que les hagan llegar camiones cisterna para proveer a sus vecinos.
«Recibimos de lunes a viernes seis cubas al día con 150 metros cúbicos de agua cada una que llegan desde Montblanc», ha indicado la alcaldesa, que prevé que estas medidas sigan activas hasta que vuelva a llover.
El Ayuntamiento también ha instado a la población a que haga un uso restringido del agua y la utilicen sólo en situaciones estrictamente necesarias.
«Regamos los jardines con agua no potable y no llenamos las piscinas. En las casas más antiguas, dejamos garrafas con agua dentro del baño para poder usarla durante las horas restringidas», ha explicado a Efe Olga Herrerias, vecina de l'Espluga de Francolí.
«En mi casa no tenemos ningún depósito de agua y nos hemos visto obligados a empezar nuestras rutinas antes de ir a dormir», confiesa a Efe el espluguense Ferran Lozano, que echa de menos «la ducha después de trabajar», especialmente durante esta época de vendimia.
«Creo que como habitantes somos conscientes del problema de agua de nuestro pueblo, pues ya vigilamos durante todo el año el gasto de agua, pero si que esperamos que lleguen lluvias fuertes próximamente», se muestra esperanzado.
«Cortes como estos te hacen tomar conciencia del cambio climático, que está causando periodos de sequía cada vez más largos y fuertes», dice, resignado, Lozano.
Esta situación, no obstante, es mucho más complicada para los negocios de restauración, pues son los que se han visto más limitados con las nuevas restricciones: «los locales tienen problemas para limpiar los platos de las cenas o preparar café», reconoce la alcaldesa.
La situación de l'Espluga de Francolí no es aislada, pues los vecinos de varios municipios de la Conca de Barberà como Santa Coloma de Queralt, Passanant y Belltall, Llorac, Forès, Les Piles y Sarral también sufren restricciones del uso del agua.
El Ayuntamiento de Passanant y Belltall también ha acordado un corte de suministro de 12 horas diarias, de siete de la tarde a siete de la mañana, porque se han secado los pozos, ha informado a Efe la concejal de Cultura y Ruralidad, Míriam Berengué.
«Esta sequía nos ha traído duras consecuencias, más allá de la falta de agua, porque ha perjudicado nuestros cultivos y ha causado incendios», observación Berengué.
La concejal denuncia lo que considera una «mala gestión política» por parte de instituciones como el Consell Comarcal o la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), a las que atribuye «también ser responsables de esta situación».
«¿Por qué no tenemos depuradoras y por qué todavía mantenemos una gestión del agua del siglo pasado?», se pregunta Berengué, que no ve lógico «que tantos pueblos no tengan agua potable en pleno siglo XXI».
«Hay pueblos que llevan|traen meses sin agua. Parece que nos quieran dejar morir de abandono», lamenta el edil.
Otro de los municipios afectados por la falta de agua es Sarral, que, por primera vez en décadas, ha tenido que conectarse, desde febrero, con una cañería a la red del Consorci d'Aigües de Tarragona (CAT).
«Uno de los problemas más graves es el estado de las cañerías del pueblo, que están muy envejecidas, además de que la mitad de casas de Sarral no tienen contador porque todavía funcionan con aforos (una forma de contar el agua en el depósito)», según ha dicho a Efe la alcaldesa del municipio, Victòria Cañís.
«El abastecimiento que tenemos ahora del agua del CAT, aparte de ser provisional, resulta ineficiente: es un tubo muy pequeño que nos impide coger más cantidad aunque la necesitamos», ha puesto el acento Cañís, que urge «a aprobar un proyecto efectivo que funcione en toda la comarca».