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Economía

La economía crece en el Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre en el segundo trimestre de este año

La inflación y los impactos de la economía internacional ralentizarán la recuperación hasta finales del año que viene

Un pasillo de un supermercado.

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Los datos económicos del segundo trimestre de este año son positivos en el Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre. El paro se ha reducido, el empleo, la afiliación en la Seguridad Social y la contracción han crecido y las exportaciones han incrementado notablemente. Son los datos del Informe de Coyuntura Económica que ha presentado la Cátedra para el Fomento de la Innovación Empresarial de la URV en las Cámaras de Comercio de la demarcación y que se ha presentado en Tortosa.

En la exposición también se ha reconocido que la inflación (del 11% en el territorio) y el contexto económico internacional ralentizará el crecimiento y frenará inversiones y consumo. Los autores del Informe apuntan que no se recuperará el nivel de producción del 2019 hasta finales del año que viene.

Francesc Faiges i Borràs, presidente de la Cámara de Comercio de Tortosa, ha presidido la presentación este jueves, del Informe de Coyuntura económica acompañado de la doctora Mercedes Teruel, directora de la Cátedra para el Fomento de la Innovación Empresarial y el doctor Joaquim Margalef, colaborador. Los redactores del informe han apuntado que la actividad económica en el territorio no alcanzará los niveles prepandemia hasta finales de 2023 en parte, por las principales «inelasticidades» de la zona: el mercado de trabajo, la estacionalidad turística (sobre todo en las Terres de l'Ebre) y la dependencia de los servicios a la demanda externa así como la excesiva especialización productiva. Según Margalef, estas «inelasticidades» suponen «un problema grave» en el territorio dada la pérdida de poder adquisitivo que en la zona ha sido del 15%, desde el 2020.

En Tarragona y el Ebre, la ocupación creció inferior que en el conjunto catalán y estatal pero aumentó un 1,31%. El empleo ha crecido en todos los sectores excepto los servicios, «un dato significativo» porque el sector representa el 70% del empleo en la demarcación. Además, el paro se ha reducido un 23% en el Camp de Tarragona y un 21,54% en el Ebre pero también lo ha hecho ligeramente menos que en Cataluña y España. La tasa de paro en ambos territorios se situó en el segundo trimestre de este año en 10,63 puntos (una variación interanual de 8.500 personas menos sin trabajo).

La disminución también se ha debido a una reducción del 50% del número de activos, consecuencia, según el doctor en Economía, de los cambios de temporalidad de los contratos, habrá que ver que ocurre después del verano, pero también por la inercia de población femenina sin preparación o muchos jóvenes todavía en formación o que no encuentran encaje en el mercado laboral. La población en el territorio también está más envejecida (entre 3 y 4 puntos más que en el resto del país).

En el primer semestre, en Tarragona y el Ebre se formalizaron 152.716 contratos y el número de temporales e indefinidos se equiparó -con una reducción del 26,21% de los contratos temporales desde 2021-. Pese a este aumento, todavía no se han recuperado los «ritmos» de 2019 mientras que el número de afiliaciones a la Seguridad Social sí está por encima de los niveles prepandemia. En las comarcas de Tarragona creció un 8,96% interanual y en las Terres de l'Ebre un 7,68%.

Por el contrario, el número de entidades empresariales en la zona disminuye por primera vez de las de 2018, con una variación del 1,85% en Tarragona y 2,1% en el Ebre. Para Margalef no representa que exista menos emprendimiento sino que el empresario «hace un proceso de concentración o racionalización de la actividad y no hay demasiadas inversiones». El peso mensual de la actuación inversora del territorio es un 30% inferior al catalán. «Estas expectativas están más sobre inversiones foráneas y lo que hace falta que sea significativo es que den una economía auxiliar y que haya un efecto multiplicador», ha remarcado el doctor.

Por último, también preocupa el apalancamiento negativo que supone que los créditos se hayan reducido un 5,59% respecto a hace un año mientras que los depósitos aumentan un 1,72%. Además, el crédito se ha destinado sobre todo al consumo y no tanto a la inversión, sobre todo en la compra de viviendas de segunda mano.

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