Ingeniería agrícola con solera

Cal David, en Salomó, es una casa familiar donde se conserva una joya del patrimonio agrícola catalán. Se trata de una prensa de libra fechada en el siglo XVII que Froilà Boronat Rovira, su actual propietario, consiguió poner en funcionamiento después de muchos años de inactividad.

«Viendo el año que había escrito en la madera de la prensa, en 1619, siempre había pensado que, cuando llegara el 2019, año en que haría los 400, la volvería a hacer funcionar», explica Froilà. La madre, detalla, sí que la había visto en funcionamiento, pero él, nacido en 1971, ya sólo tiene el recuerdo de la prensa parada: «El último año que funcionó fue el 1973, cuando la familia hizo una demostración con motivo de la fiesta del vino que se celebraba en el municipio». Después, la prensa quedó parada hasta que el año 2011 Froilà conoció a Josep Güell, un vecino de Sant Vicenç de Calders propietario de una prensa similar, aunque no tan antigua.

«Josep se presentó en Salomó y me llamó: La tenemos que hacer funcionar .» Y dicho y hecho. «Lo único que tuve que hacer fue engrasarr el tornillo con jabón de casa, y en el 2012 ya la pusimos en marcha», recuerda Froilà. Al ver la sencillez del engranaje, decidió no dejarlo perder, de manera que recuperó la tradición familiar de hacer una demostración una vez al año. Con esta puesta en marcha, la prensa de Cal David se ha convertido en la prensa de libra más antigua en funcionamiento de todo el mundo. Así lo asegura, al menos, la asociación española Olearum, Cultura y Patrimonio del Aceite.

La prensa hace unos 11 metros de longitud. Está hecha con grandes piezas de madera que permiten hacer el juego de palancas y presiones necesarios para prensar la uva. Aunque inicialmente estaba pensada para hacer aceite, una vez instalada, ya se aprovechó para hacer también el vino. Pero con el tiempo, la uva fue el único grano que se acabó prensando: «El abuelo Josep ya no había hablado nunca de haber hecho aceite».

Para hacerla funcionar, hay que hacer rodar un mecanismo manual que, asegura Froilà, es bien fácil de accionar: «Tiempo atrás, se llamaba a los niños del pueblo para que viniera a rodar. Era como un juego, porque en realidad no hay que hacer mucha fuerza. Una persona sola lo podría hacer».

En cuanto al porqué del nombre de la prensa –de libra–, Froilà no sabe la razón: «Podría ser porque el mecanismo funciona de alguna manera similar a un sistema de balanza. O bien porque la piedra sobre la cual está el engranaje que rueda se conoce con este nombre. Una tercera hipótesis apunta al hecho de que, si forzáramos mucho la prensa, aquella piedra quedaría libre, elevándose ligeramente».

Desde su vuelta a poner en funcionamiento, Froilà hace una demostración pública una vez al año, en tiempo de vendimia, con la única interrupción forzada de la pandemia. «Pero en estos dos años que no ha funcionado, no he tenido que hacer casi ningún mantenimiento, barrer un poco y engrasar el tornillo con jabón de aceite», afirma.