Jaume I vuelve a reinar en Salou, a pesar del mal tiempo
El Mercado Medieval ha aguantado la fiesta llenando las calles del casco antiguo
El Mercado Medieval de Salou se ha vuelto a celebrar del jueves en dimenge en la plaza Bonet y en las calles del casco antiguo de la villa un año más. Pero la edición de este año ha tenido un protagonista que ha dado la lata casi todo el fin de semana: el tiempo. La lluvia y el viento han hecho cerrar antes de tiempo el mercado algunos días y ha suspendido algunos actos tradicionales. El elemento central de la festividad, la cercaviladel Rey Jaume I y toda su comitiva por las calles de Salou, se tuvo que suspender el sábado por la lluvia.
«Yo soy de Jaén y llevo 35 años por los mercados. Me he recorrido toda España», explicaba Juanma, un paradista que ofrece todo tipo de especias para cocinar. Para él, el balance de los días en Salou no ha estado del todo positivo y, con ademán resignado, remachaba: «Este oficio es muy sacrificado». Los mercaderes mostraban sus productos para enganchar a los clientes. Ofrecer comida no falla. «Vamos haciendo, a ver si el aire nos deja trabajar», decía uno de los paradists de la quesería La Fireta, de Castelldefels. Mientras ofrecía un trozo de sus productos a una mujer, decía: «Hace seis años que venimos y siempre estaba en el mismo lugar, al lado de un supermercado. Pero este año me han cambiado de sitio y me parece que por aquí pasa menos gente». En el mercado se podía encontrar casi de todo. Jabones y ambientadores naturales, comidas de todo tipo de culturas, frutas deshidratadas, quesos y fuets para todos los gustos, pulseras de piedras preciosas que te dan diferentes atributos o tarotistas que preveían tu futuro. Muchos visitantes paseaban interesados y preguntaban a los paradistas, que muchas veces hacían más de profesores que de vendedores. «¡El ambientador de soja te puede durar hasta 8 meses, pero vigila dónde lo pones!»decía un mercader a un grupo de chicas, mientras, en la parada de delante, un quesero le aseguraba a un hombre que «si te gusta el roquefort, tienes que probar este».
Pero la comida no era siempre el protagonista. «¡Mimiiiiii!», llamaban con fuerza a unos niños en un libro viviente enorme para que se despertara, delante de la biblioteca municipal. Los ojos del libro se abrían y empezaba a narrar la historia, mientras los niños se sentaban y los adultos escuchaban de pie detrás de ellos, aguantando el cochecito. En este espacio se han agrupado la mayor parte de las actividades para los chiquillos, con juegos de feria, cuentacuentos y actividades para convertirse en guerreros y guerreras medievales, mientras aprendían cómo se vivía en aquella época. Los visitantes también se juntaban con bañistas que iban o volvían de la playa, con la toalla en la cintura, que no se esperaban salir de la arena y encontrarse esta jarana. Mientras se hacían paso, se encontraban con músicos tocando la gaita y los timbales, mientras los acompanyva un elefante y seres mitológicos que iban haciendo pasacalle y desenfreno por todo el mercado. Entre la música, se escuchaba: «para mí, este no es nada picante». Eso le decía en francés una turista a una paradista de embutidos de la Garrotxa, que sonreía y le ofrecía un trozo de otro fuet a modo de reto. A pesar del mal tiempo, el Mercado Medieval ha sido un año más el núcleo de una fiesta que ya es referencia y tradición cuando llega septiembre enSalou.