Agricultura
Las olivas se convierten en el nuevo objetivo de los robos en el campo
La subida del precio del aceite y la escasedad del producto por la sequía han puesto los olivos en el punto de mira de los ladrones
Con la llegada del otoño y el inicio de la campaña de aceite, los campesinos han empezado a constatar sus peores temores desde que el precio de este producto empezó a subir: las olivas se han convertido en el nuevo objetivo de los robos en el campo. «Deben haber robado unos 1.000 kilos de olivas. Nos hemos encontrado árboles sin fruto y, en otros, habían vaciado ramas enteras. Hay olivas derramadas en algunas zonas que, seguramente, han caído de los mantos. Ha sido durante la noche, aprovechando la luna llena», decía ayer Sergi Borrás, un campesino que tiene su finca en el término municipal de Vinebre. Este no era el único robo de olivas con el que se levantaban ayer los campesinos de la Ribera d'Ebre, tenían noticia de al menos otro.
«Eso será un problema. Mientras el precio de la algarroba ha bajado ahora de lo que se habla es del aceite», explica Miquel Pinyol, coordinador de los sectores agrícola y forestal en las Terres de l'Ebre de la comisión permanente de Unió de Pagesos (UP). Por otra parte, Josep Zacaries, de la sectorial de aceite de UP en el Camp de Tarragona, constata que ya han tenido conocimiento de tres o cuatro casos en la comarca del Baix Camp, pero que sólo se ha denunciado uno. Se muestra convencido de que el hurto de olivas es un nuevo problema que irá en augmento y que se añade a los que ya tiene el sector. Explica que han robado sobre todo a los olivos más próximos a caminos o carreteras.
El pagés se tiene que mentalizar de que tiene que denunciar. Muchos no lo hacen, porque son personas mayores, porque se tienen que desplazar... Pero es necesario hacerlo, para que los Mossos sean conscientes de la problemática», subraya Martí Macias, de la comisión permanente comarcal del Tarragonès. «El problema es saber dónde se venden estas olivas. Porque los socios de las cooperativas están controlados, y los privados tienen que llevar la DUN (la Declaración Única Agraria). Si alguien no tiene la DUN, no tendrían que aceptar su producto en ningún sitio», apunta Macias. Se pueden llegar a coger|recoger 40 kilos de un solo árbol y la oliva se vende a entre 1,20 o 1,30 euros el kilo a precio de comerciante, según apuntan los campesinos.
El sindicato Unió de Pagesos ya mantuvieron reuniones con el cuerpo de Mossos d'Esquadra donde se puso encima de la mesa|tabla que este tipo de robos irían en aumento, tal como está sucediendo. De hecho, según Macias, en municipios como Perafort, Constantí, Vilallonga o el Morell, entre otros, la policía está coordinada para controlar los caminos. En Constantí, el Ayuntamiento ha alargado el refuerzo de vigilancia en las zonas rurales durante toda la temporada de cosecha de la oliva y el servicio se mantendrá activo hasta el 30 de noviembre. «De la manera tan aleatoria que han recogido las olivas estamos convencidos de que volverán. Hemos quedado esta noche para controlar la finca, a ver si los podemos enganchar», decía ayer Sergi Borràs. La extensión de muchas de las fincas hace prácticamente imposible que el pagés pueda vigilar los árboles.
Preocupación entre los campesinos
«Si yo actualmente tengo 12 hectáreas de cultivo repartidas en seis fincas y, por lo tanto, es muy difícil tenerlas totalmente controladas», explica Jaume Aleu, otro campesino de la Ribera d'Ebre que, ayer, se encontraba recogiendo la oliva.
«Estamos muy preocupados. Los molinos han abierto esta semana y ya hay robos, y lo estamos, sobre todo porque, en realidad, no hay olivas. Hay fincas que no tienen nada de fruto y otras que están llenas, y eso es muy goloso. Los ladrones buscan sobre todo estos árboles que están llenos, en fincas de fácil acceso y que en poco rato puedan recoger muchas», apunta Aleu. «Pediremos una nueva reunión con los Mossos d'Esquadra para ver cuál es la estrategia a seguir de ahora en adelante», finaliza Pinyol.