Proyecto de futuro
Hacia un área metropolitana del Camp de Tarragona de una veintena de municipios en dos etapas
Valls se suma a Tarragona, Reus, Salou, Vila-seca, Cambrils, La Canonja y Constantí
Por levante, Torredembarra. Por poniente, Cambrils. Valls en el interior. Este es el triángulo máximo que quedará dibujado en el mapa del área metropolitana del Camp de Tarragona, que restringe a una veintena los municipios que formarán parte al final de un recorrido que ya han arrancado siete ayuntamientos y en los que se les sumará Valls en estas últimas semanas del año.
Estas serán las recomendaciones para fijar los límites territoriales del futuro nuevo nos metropolitano que marcará un estudio encargado este mismo otoño por la Diputación. Un estudio que será presentado a principios de año, cumpliendo con el calendario que este verano se dieron los recién escogidos nuevos alcaldes de Tarragona y Reus, Rubén Viñuales y Sandra Guaita. Junto con la presidenta de la Diputación, Noemí Llauradó, y el resto de alcaldes, serán los principales impulsores de un área metropolitana que todavía tiene que consensuar cuestiones determinantes como, por ejemplo, su nombre. Será 'de Tarragona' o 'del Camp de Tarragona', aunque hay voces que defienden 'del Camp'.
Se trata de un documento que, en realidad, se ha encontrado con una ingente cantidad de documentación generada en las últimas dos décadas desde múltiples administraciones, entre ellas un reciente Plan Director Urbanístico impulsado por el gobierno catalán que ya fija también un universo territorial máximo muy similar y que, de hecho, ya habla sin tapujos de «ámbito metropolitano» haciendo referencia exclusivamente a los municipios de Cambrils, Salou, Vila-seca, Reus, Constantí, La Canonja y Tarragona. Son siete municipios, el centro del Camp de Tarragona, que mantienen el grueso de desplazamientos diarios en el interior de este territorio. Valls no figura como polos receptor ni emisor de estos desplazamientos, pero tanto la voluntad de ser mostrada por la capital del Alt Camp como la necesidad del núcleo impulsor de sumar complicidades y de evitar conflictos han servido para incluirla.
Son diversas las fuentes que señalan la agilidad del nuevo ente como un requisito casi indispensable para que el proyecto de área metropolitana salga adelante, y recuerdan los 109 miembros que llegó a tener la asamblea del llamado Consorcio del Camp de Tarragona y su área de influencia, constituido el año 2001 en Reus. Fueron miembros los consejos comarcales del Baix Camp, el del Tarragonès, el del Alt Camp, el la Conca de Barberà, el del Priorat y el del Baix Penedès, además de todos los municipios que los integran, la Diputación de Tarragona, la Generalitat, la patronal, los sindicatos y la Universidad Rovira i Virgili.
Ninguna herencia
Aquel consorcio se disolvió el año 2015 sin haber generado ninguna herencia política tangible pero habiendo situado la necesidad de un ente metropolitano en el centro del debate político territorial. De hecho, la creación de un área metropolitana ha pasado de ser una cuestión menor a un tema normalizado en la última competición electoral del pasado mes de mayo, aunque no es una cuestión estrictamente local y que, además, no hace decantar ninguna bolsa significativa de votantes hacia una lado u otro.
Ahora, el debate ha pasado a ser más funcional que político y el grupo impulsor no intentará aglutinar todas las voces del Camp de Tarragona como el año 2001 ni tampoco «crear un nuevo organismo ni a corto ni a medio plazo». «La Generalitat estará», señalan fuentes conocedoras de un proceso que sólo acaba de empezar y que dibuja un área metropolitana bajo el paraguas de la Diputación y que de momento tendrá forma de comisiones dirigidas por miembros del grupo impulsor, pero de carácter eminentemente técnico y sectorial. En este sentido, tendrían garantizada su creación las comisiones de Movilidad, Promoción Económica, Residuos, Vivienda y Transición Energética, pero son ámbitos temáticos que podrían sufrir alguna variación en función de las conclusiones del estudio encargado el pasado octubre por la Diputación. Este será el inicio efectivo de un área metropolitana del Camp de Tarragona que tendría que dibujar también durante el 2024 su mapa definitivo, más allá de los municipios del grupo impulsor.
A corto y a medio plazo no, pero a largo plazo nadie descarta el impulso de una ley en el Parlament, similar a la que sirvió para constituir el Área Metropolitana de Barcelona el año 2010. De hecho, la cuestión no sería ninguna novedad para la mayoría de diputados, tanto por el tiempo que hace que la idea sobrevuela el microcosmos de la política como por anteriores aproximaciones similares. Ya hay políticos tarraconenses que han hecho, pedagogía, por si nunca se tiene que acudir a una votación de verdad.
La participación de la Generalitat parece también encauzada. A principios de mes, los alcaldes de Reus y Tarragona, Sandra Guaita y Rubén Viñuales, se reunieron con el delegado territorial de la Generalitat en el Camp de Tarragona, Àngel Xifré, con el fin de buscar fòrmules de colaboración. Meses antes, Viñuales ya trasladó al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, la voluntad del territorio de sacar adelante el área metropolitana.