Hacia el Área Metropolitana de Tarragona
¿La tercera será la buena?
El Camp de Tarragona ha intentado los últimos años crear un ente supramunicipal repetidamente pero con éxito más bien escaso
La comisión de los 21 municipios no tiene entrada a la Wikipedia. El Consorcio del Camp de Tarragona y su área de influencia, tampoco. Nadie -de momento- ha creído conveniente escribir cuatro líneas en la enciclopedia libre sobre dos de los experimentos políticos más singulares en la Cataluña democrática y que, si bien no dejaron una herencia material palpable, sí que sacudieron lo suficiente las conciencias como para que los principales dirigentes territoriales de la actualidad vean hoy clara la necesidad de vertebrar de una vez por todas un área metropolitana en torno a Tarragona y Reus.
Esta área ha sido más o menos amplia y la han integrado más o menos municipios en función del momento histórico.
La comisión de los 21 municipios, por ejemplo, la formaban todos los ayuntamientos comprendidos entre Valls, Cambrils, Reus y Tarragona. Aquel intento impulsado sobre todo por el PSC y el PSUC, que gobernaban la mayoría de los ayuntamientos surgidas alas primeras elecciones democráticas, duró sólo unos cuantos meses. Exactamente hasta las primeras elecciones en el Parlamento de 1980. Un proyecto, impulsado por los pactos municipalistas de izquierdas, que no era demasiado bien visto en el Palau de la Generalitat.
«El área metropolitana no puede parecer un proyecto del PSC», defienden ahora sus principales impulsores, los ayuntamientos de Tarragona y de Reus gobernados, como el año 1979, por los socialistas. Hoy parece difícil que el proyecto descarrile por el mismo motivo que la comisión de los 21 municipios. La Diputación de Tarragona, presidida por la republicana Noemí Llauradó, ha subrayado su papel de garante de la «pluralidad» territorial. Vila-seca y Valls, plazas fuertes de Juntos en Tarragona, no sólo no ponen palos en las ruedas del área metropolitana sino que hacen bandera y reclaman su cuota de protagonismo.
Similitudes con 1979, pero también grandes diferencias. «Ahora saldrá bien. Los alcaldes se hablan con franqueza y sin egoísmo», señala a un ex dirigente territorial. A diferencia de otras épocas, el acuerdo local está bien engordado. Ha hecho falta diplomacia a nivel local para conseguir cuadrar el círculo del equilibrio entre los múltiples protagonistas.
Al Consorcio del Camp de Tarragona no le hizo falta esta diplomacia. Los impulsores incluyeron absolutamente a todo el mundo, de manera que nadie podía ofenderse ni sentirse excluido. Aquel fue un organismo sin ningún otro amparo jurídico que la voluntad de formar parte de sus miembros, 109 sólo contante los ayuntamientos y a los que hay que sumar seis consejos comarcales, Generalitat, sindicatos, patronal y Universitat Rovira y Virgilio. Una asamblea imposible de gobernarse y que, de hecho, nunca llegó a reunirse con todos su miembro. Era el año 2002. La constitución estuvo en el Palau Bofarull, en Reus. No es un detalle menor, porque el edificio es propiedad de la Diputación de Tarragona. Otra vez pasado y presente se tocan.
El área metropolitana, como el consorcio del 2002, no tiene hoy ningún aval institucional, pero tiene el cobijo de la Diputación. La diferencia es que hoy también está amparado por el Estatuto, que recoge la posibilidad de crear un área metropolitana al margen de Barcelona. Aquel consorcio se disolvió el año 2015 sin ninguna herencia política por exhibir. Pero si vemos el vaso medio lleno y prestamos atención a los detalles, podemos encontrar que realmente aquel experimento de lo que participaron literalmente todos los actores políticos del Alto y el Baix Camp, el Tarragonès, la Conca de Barberà, el Priorat y hasta todo el Penedès sí que dejó un poso importante: Madrid, marzo de 2023.
La ministra Raquel Sánchez presenta los avances en el proyecto de la nueva estación intermodal del Camp de Tarragona.
Dice la nota de Moncloa que «en la nueva estación convergerán varios modos de transporte, puesto que su ubicación permite dotar de conexión cono alta velocidad en el Aeropuerto de Reus y mejorar laso conexiones cono Alrededores, además de encajar cono futuros proyectos de otras administraciones, como el tranvía ‘TramCamp de la Generalitat’.
Un ministerio a 500 kilómetros no hace esta descripción él a solas. Esta estación la hizo aquel complejo consorcio y eso, en un territorio con las infraestructuras tanto desarregladas, tiene su mérito. De momento, el Grupo Impulsor del Área Metropolitana de Tarragona tampoco tiene ninguna entrada a Wikipedia. Quizás alguien acaba animándose, porque ahora sería más sencillo describir este proceso para mancomunar políticas: sólo lo forman 8 ayuntamientos.