Entrevista
Joan Alginet: «Que Tarragona tenga alternativas al agua del Ebro la refuerza como idea metropolitana»
El presidente del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT) hace un llamamiento a los agentes territoriales para construir una desalinizadora y un cambio de modelo en la gestión del agua
Sin el minitravasamiento no existiría el Camp de Tarragona como lo conocemos ahora.
«El agua ha ayudado al Camp de Tarragona, le ha permitido un desarrollo industrial que es en lo referente a nivel mundial, que genera riqueza. ¡Ostras, planteémonos una futura área metropolitana en base garantizar el agua! La desalinizadora del Foix, también puede dar garantías de suministro a los municipios de la zona norte del Camp de Tarragona y el Penedès. Porque si hay un problema en la cañería del CAT en l'Hospitalet de l'Infant, Cunit se queda sin agua».
¿Qué plantea exactamente?
«Que el agua venga del Ebro, de una desalinizadora en el Camp de Tarragona y otra en el Foix. Eso daría fortaleza de suministro no sólo en la zona costera, sino en zonas de interior como el Priorat. Con estos instrumentos podríamos conectar todos los municipios de la demarcación en una red con garantías a través de la regeneración, de la desalinización y con un complemento cada vez menor de agua del Ebro».
Pero esta desalinizadora en el Camp de Tarragona que plantea no pasa de ser una idea y basta, de momento.
«Pero fíjese... Ya empieza a aparecer. Y es importante que hablen actores principales de la vida política del Camp Tarragona, como el delegado del gobierno o el presidente del Puerto. La desalinizadora es necesaria, porque la red lleva asociados unos riesgos. Tenemos el 80% del consumo a 80% kilómetros de la captación y eso es una anomalía».
La directiva europea de aguas hoy no lo permitiría.
«Exacto. Es una infraestructura compleja, que genera un esfuerzo de mantenimiento y de inversión importante. Ya tiene 35 años de vida útil y no tenemos que dejar aparcado el tema de la sustitución de partes estructurales de la red. Está la sensación de que esta cañería durará siempre, pero la vida útil prevista eran 70 años y ya hemos tenido dos episodios en que ha mostrado su debilidad».
¿Y esta transformación de modelo se puede gestar dentro en el propio CAT o se tendría que hacer en otro organismo?
«Esta pregunta es importante. Parte del éxito del CAT es que se creó por una necesidad concreta y se ha dedicado estrictamente. Nosotros tenemos una ley que habla clarisimamente de cuál es nuestra tarea. Pero todos los pactos y todos los modelos son actualizables y, de alguna manera, el CAT creo que puede participar. Eso seguramente comportaría una actualización de los estatutos y las concesiones. ¿Y qué actor en el territorio podría gestionar una desalinizadora? Cuando se plantea de una en el Foix, el ACA le encomienda a ATLL, porque es su gestor en la zona. Tendría sentido que en el Camp de Tarragona lo hiciera el Consorcio de Aguas de Tarragona».
Los impulsores del área metropolitana del Camp de Tarragona plantean precisamente abordar conjuntamente la cuestión del agua.
«Yo creo que el CAT tiene que estar. Porque, si sólo nos centramos en el Ebro no conseguiremos la reversión. De alguna manera, participando en la gestión de modelos y de instrumentos que permitan reducir la dependencia de agua del Ebro, lo podremos conseguir».
¿Qué puede aportar el CAT?
«Tenemos el conocimiento, tenemos la infraestructura, tenemos la logística, nuestro modelo de gestión es de referencia al mundo industrial, y lo podemos poner al servicio de la sociedad del Camp de Tarragona. El Camp tiene una ebredependencia que tiene que superar, en defensa propia. Hay agentes importantes en el territorio que tenemos que ir de la mano, que tenemos que formar parte de este modelo, a través de los propios ayuntamientos, de la Generalitat, de la Agencia Catalana del Agua y del CAT».
¿Quién lo tendría que liderar?
«Nosotros somos y queremos ser pero el liderazgo lo tiene que tener el mundo local. El CAT tiene la infraestructura, y tiene la visión global. Pero también tiene mucho a decir la parte industrial, a través de Aitasa, también los grandes consumidores de la zona, que son los ayuntamientos de Reus y Tarragona... Tenemos que hacer un modelo que creo que tendría que ser de innovación absoluta, porque eso tiene un impacto directo tanto sobre la gestión de un bien escaso como sobre el modelo de equilibrio territorial. Es decir, que Tarragona tenga vías alternativas en el Ebro, la refuerza como idea metropolitana y le da una perspectiva de futuro y de oportunidades. Ahora está limitada».
Porque depende casi exclusivamente del Ebro.
«I la infraestructura tiene una vida útil determinada y tiene un punto crítico por su propia tipología y porque tiene el recurso alejado. Yo creo que cualquier país o ciudad quiere el agua cuanto más cerca mejor. Cuando se está planteado este debate territorial, y es legítimo que las conurbaciones decidan mancomunar servicios y esfuerzos y trazar políticas comunas....el agua es un elemento vertebrador clave. Sin agua no hay región metropolitana».
¿Con el agua, que políticamente ha sido un tema tanto visceral, cree que es posible esta planificación con tantos actores en juego?
«La sequía, y esta posiblemente no es de las peores que vendrán, nos hará ver la realidad de otra manera. No hay un pan B, o nos entendemos, o los gobiernos de Cataluña planifican acciones para las próximas décadas, o seremos una sociedad que no tendrá futuro».