La gobernanza supramunicipal
Los agentes sociales reclaman «ir al grano» más allá de la buena predisposición política
Sindicatos y empresarios apremian a concretar una autoridad metropolitana
«Estamos un poco destartalados, no avanzamos. Para hacer 30 kilómetros del A-27 hemos estado 30 años», dice el secretario general de la UGT en Tarragona, Joan Llort. Su homóloga en CCOO, Mercè Puig, se muestra convencida de que un Camp de Tarragona políticamente «fuerte» y con perspectiva global puede generar más riqueza y, por lo tanto, más empleo.
No hay disidencia en el qué. También las cámaras de comercio de Reus y Tarragona ven con expectación el proceso abierto para mancomunar políticas a los principales municipios del Tarragonès y el Baix Camp. «Tenemos que dejar las peleas de campanario que hemos tenido hasta ahora», dice la tarraconense Laura Roigé. «Sería importantísimo ir por trabajo», añade el presidente de la Cámara de Comercio Reus, Mario Basora.
El problema son los detalles, las concreciones. De momento, el plato se cuece a fuego lento y a puerta cerrada en los despachos de la Diputación de Tarragona, que da cobijo a Tarragona, Reus, Cambrils, Salou, Vila-seca, La Canonja y Constantí. Junto con Valls, integran el autollamado Grupo Impulsor del Área Metropolitana del Camp de Tarragona.
La clase política no ha gritado ni a sindicatos ni empresarios –«supongo que alguna vez nos consultarán», lamenta Llort-, ni tampoco en otros agentes que sí que formaron parte de anteriores intentos de mancomunar políticas. «Que se una la zona central del Camp es más fácil, por alguna cosa se tiene que empezar», argumenta Puig que, también como Llort, querrían ver «resultados visibles».
«Ya tendríamos que estar preparando el concurso para el transporte de autobús», dice el sindicalista. La actual concesión caduca en 4 años y la tarea se prevé más compleja que nunca tanto para la entrada en funcionamiento del tranvía o de la futura estación intermodal de Vila-seca -que se tendrá que bautizar- como para la anunciada voluntad política a ambos lados de la T-11 de avanzar hacia un sistema de transporte de autobús similar al del área metropolitana de Barcelona.
Un único mapa de transporte, un sistema único de autobús....y una autoridad supramunicipal que lo gobierne. Aparte de la problemática del transporte público, la sindicalista es de la opinión de que un Camp de Tarragona con más peso político sería capaz de atraer inversiones más relevantes. «Llamarnos Àrea Metropolitana nos empodera», sostiene, y añade que incluso la ciudadanía podría aceptar un incremento de impuestos siempre y cuando la contrapartida en prestación de servicios fuera evidente.
Esta es quizás la principal dificultad: la financiación. Ya sea la creación de un nuevo ente –con presupuesto, personal y dirección política– o la expansión de empresas municipales ya existentes, la certeza es que no son los mejores tiempos para aumentar el gasto público municipal en las principales plazas tarraconenses. «Ya tendríamos que estar haciendo cosas», reivindica Joan Llort, que pone como ejemplo la creación de carriles específicos de autobús en las principales carreteras.?
Su lamento es compartido por todos los sectores económicos y sociales: «nos quedamos con promesas, como la autovía que nos prometieron para llegar a la estación del AVE, y en las promesas nos quedamos», recuerda. «Yo soy optimista por naturaleza y veo que tenemos muchos números para que ahora eso salga bien», contrapone a la presidenta de la Cámara de Comercio de Tarragona, Laura Roigé. El A-27 ha tardado décadas al hacerse realidad, pero otro ejemplo de retraso lo hemos visto esta semana: el ministerio de Transportes ha sacado a exposición pública la estación de Vila-seca. Hace ya 20 años que la estación intermodal está sobre la mesa.
La estación de Vila-seca, la clave para el crecimiento del aeropuerto?
«El futuro del aeropuerto sólo puede ser mejor que el que tenemos ahora», remacha a la presidenta de la Federación de Empresarios del Turismo y la Hostelería (FEHT), Berta Cabré, que subraya que la mejora de las comunicaciones que supondrá la nueva estación tiene que hacer más competitivo el Camp de Tarragona. Y también a la hora de generar movilidad interna y local. La falta de una visión territorial estratégica histórica es, para Cabré, uno de los factores que no ha jugado precisamente a favor de esta competitividad.