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Agricultura

La sequía en el Camp de Tarragona provoca una nueva mala cosecha de fruta seca

La producción de avellanas es de un 25% respecto de un año normal y los almendros de secano casi no han hecho fruto

Un grapat d'avellanes esperen a ser collides, a una finca de Vilallonga del Camp.

Un puñado de avellanas esperan a ser recogidas, en una finca de Vilallonga del Camp.ACN

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Los campesinos productores de fruta seca del Camp de Tarragona viven el tercer año consecutivo de malas cosechas. La sequía ha hecho que los árboles hayan generado muy poco fruto y la situación es especialmente complicada en los cultivos que no tienen riego de apoyo.

El responsable nacional de la fruta seca de Unió de Pagesos, Sergi Martín, explica a ACN que con los almendros de secano hay «un problema grave». «Se están muriendo árboles y casi no hay cosecha, y la poca que hay son adormideras y no hay calibre; es un desastre», apunta. La avellana no está mucho mejor y la estimación es que tan sólo se obtenga un 25% respecto de un año normal. Con respecto a las algarrobas, la cosecha está siendo «irregular» y se llegará a un 40%.

Las explotaciones de almendros de secano son las que más están sufriendo los efectos de la falta de lluvias. La situación es similar tanto a Tarragona como en Lleida y allí donde no hay riego de apoyo será un año prácticamente perdido. En el caso de Tarragona las comarcas más afectadas son el Alt Camp, la Conca de Barberà, el Baix Camp y la Terra Alta.

Martín expone que un estudio de los departamentos de Economia y de Acció Climàtica indica que cada campesino de almendra de secano pierde 400 euros anuales por hectárea. «Si no hay riego de apoyo, es inviable», afirma. Más allá de la producción, en zonas de montaña este cultivo hace la función «de mosaico». «Si no hay cosecha y se abandona se convertirá en bosque, y de cara a los incendios ya sabemos qué supone», advierte Martín. De hecho, el responsable sindical asegura que «hay campesinos que lo están dejando» y que en los últimos años se han abandonado muchas hectáreas.

En cambio, en el caso de los almendros de regadío la cosecha está siendo «normal y óptima», sobre todo en la zona de Lleida. «Hay buen calibre y las previsiones son buenas», destaca. Sin embargo, la sequía también ha hecho que en el área del pantano de Riudecanyes no se haya podido regar porque el embalse está prácticamente vacío y eso ha mermado mucho la cosecha. Por todo ello la cosecha «será corta».

Avellanos muertos

En el caso de las avellanas la situación es muy similar. En las zonas de montaña de Prades o del Priorat «prácticamente no hay avellana» y en torno al pantano de Riudecanyes hay 1.400 hectáreas donde «los árboles estan muertos». El panorama no es mucho mejor en las áreas del Alt Camp, Tarragonès y Baix Camp donde hay riego de apoyo, ya que «el calor del verano del año pasado y la sequía» han hecho disminuir las previsiones. Globalmente, Martín estima que quizás no se llega a los 2 millones de kilos, cuando en un año normal se obtienen cerca de 10 millones.

Por todo ello, la previsión es que la cosecha este año sea «corta» y se acabe a finales de septiembre. En el caso de la almendra la recolección se estirará «hasta bien entrado octubre», mientras que en el caso de la algarroba se alargará en algunos casos hasta diciembre. En el caso de este último fruto la cosecha será «irregular» y las comarcas más agravadas son el Alt Camp, el Tarragonès, el Baix Ebre, el Montsià y el entorno de Vandellòs. «Al no haber lluvia, la algarroba no pesa», razona Martín. «Algunos algarrobos no han hecho producción porque suficiente trabajo tienen para aguantarse», detalla.

Con todo, el precio de la algarroba de este año todavía no se ha anunciado desde la lonja, si bien Unió de Pagesos confía en que se mantenga en niveles similares a los del año pasado. No obstante, Martín reclama que «los precios vayan en consonancia con la cantidad de cosecha que hay», porque eso permitiría dar una cierta estabilidad al campesinado. Esta situación es la que se daba históricamente, pero en los últimos años ya no es así porque el mercado está más globalizado y «no depende sólo de lo que pasa aquí».

Todo hace que este 2024 vuelva a ser un año «complicado». Desde Unió de Pagesos alertan que «el campesinado está mucho descapitalizada», a pesar de las «inyecciones de dinero y préstamos blandos» que se han hecho desde las administraciones. Si no llega el agua en los próximos meses y la producción no crece, «el futuro no pinta bien» para el sector.

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