Turismo
La Gran Calçotada, una fiesta que no para de mirar hacia arriba
Los tickets para la calçotada se agotaron al mediodía, superando las expectativas de 30.000 visitantes que tenía la organización
Dicen que en Valls hay tres motivos que te hacen mirar arriba, para comer un calçot, para ver como se levanta un castillo o para contemplar el campanario más alto de Cataluña. Pues bien, durante el día de ayer miles de personas hicieron este gesto, pero muchos de los visitantes también miraban arriba para descubrir la arquitectura de una ciudad que no conocían o para comprobar el estado cambiante del cielo.
La capital del Alt Camp es una ciudad de poco más de 40.000 habitantes que este domingo dobló su población, según los datos de la organización de la Gran Fiesta de la Calçotada. Esta es una de las celebraciones gastronómicas más importantes del país, que se hace notar en una afluencia que cada vez crece más.
El centro de esta fiesta queda claro, comer calçots en su lugar de origen. No obstante, esta jornada ha ido creciendo en los últimos años, convirtiéndose en una oportunidad para descubrir todo lo que puede ofrecer la capital del Alt Camp.
Así lo demostraban unas calles llenas desde las primeras horas de la mañana. Entre las voces que se podían escuchar, encontrabas una gran variedad de idiomas, ya que esta celebración ha conseguido atraer la atención de japoneses, canadienses o personas de Europa del Este, entre otros.
Muchas de estas voces preguntaban y debatían sobre la posibilidad de adquirir un ticket para el paquete de la calçotada, por el hecho de que muchos de los puntos de venta colgaron el cartel de agotado desde el primer moment. De hecho, la organización tuvo que avisar por megafonía en torno a las 12 horas del mediodía del hecho de que «los tickets se habían agotado», agradeciendo a los asistentes por «haber superado las expectativas».
Este flujo constante de gente se hacía notar en cada rincón del municipio, también en el Museo del Mundo Casteller, uno de los equipamientos que más está promoviendo el consistorio vallense. El paquete de la calçotada incluía una oferta de 2x1 para esta visita, y de sus puertas entraban y salían constantemente familias.
La jornada también servía de escaparate por muchos comercios locales, que abrían las puertas un domingo, fuera de su horario habitual, con el fin de aprovechar estas visitas. Mientras tanto, los bares y restaurantes ofrecían su «menú calçotada» para dar servicio a los centenares de personas que se quedaron sin tickets.
Más allá de todos estos añadidos, el producto y la gastronomía siguen siendo el pilar fundamental de esta fiesta. Bien lo sabe, Kiko Emill, ganador del concurso de cultivadores de calçots de esta edición. De hecho, él fue uno de los promotores de esta iniciativa y ve «con mucho orgullo» que cada vez más gente se sume.
Y es que la Gran Fiesta del Calçot es también una celebración del campesinado. Así lo destacó Dani Rovira, segundo clasificado del concurso de cultivadores, quienes dedicó este premio a su familia por «haberle transmitido este oficio».
La Gran Fiesta de la Calçotada de Valls ha sido el pistoletazo de salida del año en que Cataluña ocurre la Capital Mundial de la Gastronomía. Una arrancada que se puede considerar todo un éxito de participación, pero se tendrá que mirar el impacto que ha producido en el municipio.
El consistorio anunció recientemente que «medirían el impacto directo de esta fiesta a la economía local», veremos entonces como de positivo es doblar tu población durante un día y si esta celebración puede seguir creciendo sin límite.