Diari Més

Vivienda

La Titaranya rehabilitará un edificio de la calle de los Metges de Valls para hacer 15 pisos

La cooperativa impulsó la primera promoción de vivienda en Ca Robusté en 2016

Façana exterior de l'edifici que volen rehabilitar per fer nous habitatges cooperatius a Valls, situat al carrer dels Metges.

Fachada exterior del edificio que quieren rehabilitar para hacer nuevas viviendas cooperativas en Valls, situado en la calle de los Metges.ACN

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Sacar vivienda del mercado especulativo y rehabilitar un inmueble del Barri Antic de Valls para dinamizar el centro histórico de Valls. Estos son los objetivos que impulsaron la creación de las primeras viviendas de la cooperativa La Titaranya el año 2016. A finales de 2023 se inauguró la primera promoción de Ca Robusté y, desde entonces, han entrado a vivir siete unidades de convivencia en los pisos de protección oficial construidos.

«Una de las motivaciones de la Titaranya es poder garantizar y dignificar el derecho de la vivienda, con unos alquileres estipulados», expresa Laura Pérez, una de sus socias. Ahora, ya trabajan en el anteproyecto para rehabilitar otro edificio de la calle de los Metges, donde se prevé construir quince hogares más.

La idea de crear una cooperativa de vivienda surgió de un grupo de personas vinculadas al Casal Popular la Turba hace unos nueve años. Buscaban un sitio para vivir y no encontraban ninguno en el municipio que satisficiera sus necesidades. «Nos animó bastante el hecho de poder construir una vivienda en colectivo con nuestra gente, con personas próximas, además, con la posibilidad de que fuera en el Barri Antic, que es donde queríamos vivir, y muy relacionado con nuestros planteamientos políticos», señala Pérez.

Los socios de la cooperativa optaron por rehabilitar el antiguo palacete de Ca Robusté. Se trata de un edificio patrimonial del siglo XIII catalogado como Bien Cultural de Interés Local. El proyecto, con un coste de 2,5 millones de euros, recibió medio millón de euros de los fondos Feder y contó con el apoyo de varias administraciones - Generalitat, Diputació de Tarragona o Ayuntamiento de Valls-. También se ha pagado con un crédito de la cooperativa de servicios financieros Coop57.

Con la restauración del edificio, se han construido siete viviendas de protección oficial y espacios comunitarios, como una sala para hacer actos o una bodega. «En esta primera promoción somos siete unidades familiares o de convivencia, con los locales de la tienda de la Bajoca y de la Turba, ya nos conocíamos porque un sector importante, no todos, éramos parte del casal», explica Sisco Parés, otro socio de la Titaranya.

Él vivía en Barcelona y decidió volver a vivir a Valls. Asegura que la convivencia es buena, como en otras comunidades de vecinos, y que resuelven los problemas cotidianos a través de un grupo de WhatsApp o bien en las asambleas que hacen cada quince días para tratar las cuestiones del día a día. «Cualquier persona que es propietaria también tiene que ir a una asamblea de escalera, aquí hay concordia y vamos todos a una con respecto a los objetivos», subraya Parés.

Objetivos

Valls es uno de los 140 municipios que forma parte de la zona de mercado residencial tenso. Según los dos socios, proyectos como el de la Titaranya continúan vigentes. Confían en que estos vayan al alza para contrarrestar el incremento de los precios de los alquileres. «Desde que empezamos hasta ahora, la situación de la vivienda en Cataluña ha ido a peor en muchos lugares, es cada vez más precario para mucha gente, hay más riesgo de perder o no encontrar una vivienda», afirma Pérez.

Y añade Parés: «Cada vez tenemos más dificultades para acceder a una vivienda digna, pero, sobre todo, era importante dinamizar un centro histórico de Valls que está hecho una mierda, tanto en el ámbito arquitectónico como social». También destaca que el proyecto va ligado a otras iniciativas y acciones de carácter social.

Las viviendas no se heredan

Para tener el derecho de uso de una vivienda, los socios tienen que hacer una aportación inicial al capital social de unos 20.000 euros y pagar una cuota mensual en torno a los 350-400 euros. «Se intenta hacer un proyecto que sea viable para todo el mundo, con unos alquileres estipulados, sobre todo, para sacar las viviendas del mercado especulativo, que hace que haya toda esta inflación de precios», indica Pérez.

De hecho, la aportación inicial se devuelve a los miembros de la cooperativa una vez dejan la vivienda, la cual no se puede heredar. «Es incongruente que una persona viva en otro lugar y pueda heredar un piso o un espacio de una cooperativa, entonces, volveríamos a entrar en el mundo de la especulación», argumenta Parés. Por eso, los hijos de las personas que viven en la vivienda cooperativa lo único que heredan es el capital social pagado inicialmente.

Ahora bien, los hijos también pueden ser socios de la cooperativa y forman parte de la lista de espera para las nuevas viviendas o para cuando uno de estos se quede vacío. En este caso, tendrían preferencia respecto a otros futuros miembros de la entidad. «Si se marcha un socio y ya eres mayor de edad y necesitas un piso, entras – tienes derecho a una vivienda cooperativa. La parte más importante es la de no poder especular», observa. Además, para ser socio tampoco puedes ser propietario de ningún otro inmueble.

En marcha la segunda promoción

La cooperativa de la Titaranya quiere ampliar las viviendas actuales con una segunda promoción en uno de los edificios de la calle de los Metges. Ahora mismo, trabajan en el anteproyecto para definir el proyecto de restauración del inmueble. La propuesta inicial es la construcción de quince viviendas y varios locales, que tengan unas condiciones económicas similares a las de Ca Robusté. «Cada edificio tendrá su propia asamblea, pero habrá comunitaria de toda la Titaranya, con las 22 viviendas, más los colectivos», dice Parés.

Prevén que el proyecto sea una realidad dentro de cuatro o cinco años. También son optimistas de cara a encontrar nuevos socios e inquilinos por el hecho de que Ca Robusté ha servido para mostrar que es posible vivir en estos tipos de espacios. «Seguramente, el hecho que la gente ya ha podido palpar lo que es vivir en una vivienda en cesión de uso y en una cooperativa hace que confíe más y que se lo plantee como opción», cierra Pérez.

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