Alimentación
La miel campeona que se elabora en Maspujols
El apicultor Màrius Pujol ha ganado el Premio a la mejor miel de Cataluña, así como otros reconocimientos
Cada 20 de mayo, coincidiendo con el Día Mundial de las Abejas, se entregan los premios del concurso Les mejores mieles catalanas. El certamen es organizado por Unió de Pagesos de Cataluña, Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Cataluña (JARC), la Asociación Catalana de Apicultores, y otras agrupaciones de los profesionales de la miel de todo el territorio.
En la edición del año pasado, el jurado distinguió a un joven apicultor de Maspujols, Màrius Pujol, con el reconocimiento de Mejor miel de Cataluña. Además, Màrius se llevó el segundo premio en la Mejor miel monofloral por su miel de naranjo. En la edición de este año ha vuelto a recoger un galardón, en esta ocasión clasificado en tercer lugar en la misma categoría. La miel de Maspujols también fue reconocida en el Concurso de la miel del Perelló (el más antiguo de todo el Estado), donde durante dos años consecutivos se ha llevado el primer premio en la mejor miel monofloral de naranjo.
Hace unos quince años que Màrius, que es carpintero de oficio, se dedica a la apicultura. «Empecé con unas cajas que eran de mi tío, cuando él se murió», explica. A base de tiempo, cursos y mucha investigación en libros e internet, Màrius fue descubriendo una pasión insospechada por las abejas: «A medida que vas entrando en este mundo, te atrapa más».
Ahora, el maspujolenc tiene un centenar de cajas de abejas que va moviendo por varios espacios de las Montañas de Prades. Con lo que le dan elabora dos variedades de miel: una monofloral de cabeza de asno, una flor propia de la zona, y otra de naranjo, que elabora con naranjas de Alcanar, donde traslada las abejas cada mes de abril. Las dos se presentan con la marca El Labrador.
La miel de cap de ruc, explica el apicultor, es de un color ambarino y tiene un sabor que recuerda el espliego. A menudo la presenta mezclada con melados –segregaciones dulces de los árboles–, que le aportan un tono oscuro y restan dulzura.
La producción, explica a Màrius «varía mucho de un año en el otro». Lo acondicionan, entre otros factores, la lluvia: «Este año, gracias a las lluvias de primavera, salvaremos los muebles, pero el año pasado, en cambio, la producción fue muy baja». Màrius detalla que, además del clima, las abejas también se ven afectadas por la llegada de la avispa asiática y la varroa, un ácaro parásito transmisor de virus mortales para estos insectos. «En el sector cada vez tenemos más problemas de despoblamiento de colonias», advierte al apicultor del Baix Camp. Él mismo ha llegado a tener «bajas anuales de un 40% por culpa de la avispa asiática, sumada a los otros factores».
El cambio de tiempo también ha afectado a la hibernación de las abejas: «Cada vez es más corta o inexistente, con estos inviernos tan suaves casi no tienen tiempo de hacer, y eso tampoco les va bien».
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