Sociedad
La misteriosa desaparición en un pueblo de Tarragona que todavía no ha sido resuelta
Enrique Martínez, un hombre de 36 años, salió a buscar setas con tres amigos por la zona, pero nunca regresó
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Enrique Martínez Ortiz desapareció en La Mussara el 16 de octubre de 1991.
El 16 de octubre de 1991, el municipio de La Mussara, en Tarragona, se convirtió en el escenario de uno de los casos más intrigantes de desapariciones en la demarcación. Enrique Martínez Ortiz, un hombre de 36 años nacido en Granada, salió a buscar setas con tres amigos por la zona, pero nunca regresó. A pesar de intensas y exhaustivas búsquedas, su rastro se perdió por completo, dejando a su familia y amigos sumidos en la incertidumbre y en un misterio que, a día de hoy, no tiene respuestas.
Enrique, quien residía en Tarragona y regentaba un bar en el barrio de Campclar, se encontraba acompañado de sus amigos en una excursión que parecía rutinaria. El grupo caminaba por los parajes de La Mussara, pero se desplazaban a cierta distancia unos de otros, comunicándose a gritos.
Sin embargo, llegó un momento en el que Enrique dejó de responder, y al buscarle solo encontraron su cesta con una seta dentro. A pesar de la teoría inicial de un posible ataque de un animal salvaje, el hecho de que no se encontraran restos humanos ni señales de Enrique dejó la hipótesis vacía.
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La desaparición de Enrique desencadenó una serie de intensas búsquedas por tierra, mar y aire. Miembros del ejército, la Guardia Civil, así como perros especializados en la localización de personas, se sumaron a las labores de rastreo, pero los esfuerzos fueron en vano. El caso fue cerrado el 22 de octubre, tan solo seis días después de la desaparición. A pesar de las noticias, el misterio persistió.
En los meses siguientes, los relatos de quienes estuvieron presentes en la desaparición comenzaron a añadir elementos cada vez más inquietantes. Uno de los amigos de Enrique, Jorge, reportó haber escuchado extraños ruidos provenientes de la abandonada iglesia de La Mussara.
Decididos a investigar, se adentraron en el edificio, donde encontraron siete figuras misteriosas vestidas con túnica deambulando por el templo. Según testigos, intentaron entablar una conversación con ellas, pero las figuras desaparecieron en cuestión de segundos. El miedo y la incertidumbre aumentaron.
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La historia cobró aún más tintes sobrenaturales cuando la esposa de Enrique, desestimando la hipótesis de la desaparición voluntaria, contrató a videntes para intentar encontrar alguna pista. Ella seguía convencida de que su marido había sufrido algún tipo de accidente y no dudaba en que la zona podría tener algo que ver con su desaparición.
Mientras tanto, La Mussara, que ya era conocida por su atmósfera inquietante, comenzó a ser vinculada con lo paranormal. Cuentan las leyendas locales que en la zona existe una piedra, cuya particularidad es que quien la pisa, abandona esta realidad para adentrarse en un mundo paralelo del que nunca puede regresar.
La combinación de la desaparición inexplicable, las extrañas apariciones y las leyendas del lugar hizo que La Mussara fuera tachada de «maldita», y la desaparición de Enrique Martínez pasó a formar parte del imaginario colectivo, alimentando las especulaciones sobre fenómenos inexplicables y misteriosos.
Más de tres décadas después, el caso sigue sin resolverse, y la desaparición de Enrique Martínez continúa siendo uno de los grandes misterios no solo de Tarragona, sino de toda España. La investigación oficial no ha logrado dar con respuestas, pero los ecos de esa búsqueda interminable siguen vivos, y el misterio de Enrique Martínez persiste como una sombra que nunca se disipa completamente.