Les mulas vuelven a labrar los costers de viña del Priorat: una alternativa ancestral y ecológica a la mecanización
Una empresa de Marçà ofrece el trabajo con animales como técnica de cultivo más efectiva en un contexto de sequía
El Tros de la Teresina, en Porrera (Priorat), es uno de los costers de viña donde hace tres años que se ha recuperado la tracción animal para labrar. Les mulas del Egoitz Azkue se encargan de esponjar y oxigenar la tierra antes del estallido de la primavera, una técnica ancestral que Azkue ha recuperado y reivindica la efectividad. «Las personas mayores, que eran los maestros, decían que 'una arada, un riego'. Hoy sigue siendo una realidad», defiende en el contexto actual de sequía. El servicio lo ofrece en fincas inaccesibles con maquinaria motorizada o bien de otros donde se cultiva viña ecológica sin pesticidas. El año pasado labró casi 80 hectáreas de costers con un método que promueve los beneficios del modelo de agricultura previo a la mecanización.
Valentina y Bayo son dos de las nueve mulas de Egoitz Azkue que labran fincas de viña en el Priorat. A mediados de febrero se han centrado al Tros de la Teresina, una pequeña explotación de la bodega Giol Porrera, propiedad de la familia de Jonàs Macip. Hace justo tres años decidieron cambiar a un modelo de agricultura ecológica y contratan los servicios de las mulas de Egoitz para labrar poco a poco las once hectáreas cultivadas en la comarca. «Nos interesa esponjar la tierra, incorporar materia orgánica a la cubierta de las cepas y así mitigar el cambio climático y el estrés hídrico que tenemos sobre las plantas», apunta a la ACN Macip.
En un momento en que la agricultura ha optado por mecanizar e industrializar los procesos para hacerlos rentables, Azkue se ha especializado en la tracción animal y ha creado una empresa que utiliza técnicas ancestrales para trabajar la tierra. Una metodología de la cual reivindica tanto la efectividad como el respeto de la cual hacia el entorno, con una huella ambiental menor respecto de la maquinaria moderna. De esta manera, utilizan servir herramientas propias de años, como ahora palas de girar para remover la tierra y prepararla para la temporada. La orografía de los terrenos también influye en este trabajo; la inclinación de los costers dificulta trabajar con motocultores y en cambio, las mulas y caballos son capaces de moverse sin problemas entre estas cepas.
Volver a los orígenes en un ejercicio «de honestidad»
Según Macip, esta manera de trabajar tiene un impacto el producto final, el vino. Está por este motivo que defiende mantener «la autenticidad» y «la honestidad» en la forma de cuidar la tierra e indirectamente, en la viña y el vino que se deriva. En este sentido, este campesino se reafirma al mantener los métodos convencionales de años atrás para evitar un abandono de las tierras que acabe derivando en la desertificación y la ampliación de la zona forestal de la comarca, así como la pérdida y empobrecimiento del sector del campesinado del Priorat.
Azkue considera que la actual campaña «pinta un poco mal» a raíz de la situación de sequía acumulada en la comarca, hecho que ha obligado a rebajar hasta tres el número de trabajadores de la empresa. El año pasado, labraron cerca de 80 hectáreas de costers de la comarca, de una treintena de campesinos particulares y pequeñas bodegas de la zona. Se trata de un tipo de clientes con quién Azkue reconoce que trabaja a gusto, ya que son agricultores que conocen cada cepa y trocito de finca al detalle. A raíz de la situación actual, la previsión es que este año las hectáreas labradas sean ligeramente inferior, si bien esperan mantener el número de clientes habituales.
Diez años en activo, con más clientes pero también más preocupaciones
Aunque en los últimos diez años en que la compañía ha estado en activo el número de clientes ha aumentado, la falta de agua y la regulación administrativa condiciona la continuidad de los campesinos y de rebote, su trabajo. «La burocracia nos ahoga y el problema son los precios que se ofrecen por nuestros productos. Estamos mal vistos, perseguidos y amenazados por el gobierno», lamenta Azkue. Una visión compartida por Macip, quien añade que las pequeñas explotaciones cuentan con una presión burocrática idéntica a grandes multinacionales. A la vez critica la falta de apoyo por parte de las administraciones para ayudarlos a garantizar la resiliencia que comporta la agricultura a pequeña escala, un escenario que afirma que los desmoraliza.
La falta de lluvia de los últimos meses es un quebradero de cabeza añadido para el conjunto del campesinado, también para esta empresa de labrar con tracción animal. Ante la falta de recursos hídricos, la incertidumbre invade los planes de futuro profesional y personal en el territorio. «Si continuamos con la climatología que tenemos ahora mismo, no habrá nada que viva, en el Priorat no nos podremos ganar la vida, nos obligarán a terminar. Mi abuelo siempre se me decía 'El año que viene será mejor', pero no ha llegado nunca el año bueno», se compadece este joven.
Otras líneas de negocio
En este contexto, Azkue ha abierto otras líneas de negocio para la época en que el trabajo de labrar es menor, especialmente a partir de los meses de mayo y junio. Entre otras iniciativas, sus mulas y caballos también se encargan de desbrozar caminos para crear pistas de esquí, como hizo en Huesca recientemente, o bien la recuperación de caminos antiguos.