La Asociación La Safranòria trabaja para recuperar y preservar variedades de cultivos tradicionales del Priorat

Cerca de doscientos cultivadores, repartidos por el Priorat, pero también por el Camp de Tarragona, Terres de l'Ebre, comarcas leridanas y Barcelona, forman parte de la Asociación La Safranòria, una entidad gestada en el 2019 que se constituyó oficialmente ahora hace cuatro años en el corazón del Parque Natural del Montsant. 

La entidad trabaja para recuperar variedades de cultivos tradicionales y dar a conocer el patrimonio agrícola del Priorat. Además, han puesto en marcha un banco de entonces, gracias al cual cada año se van incorporando nuevas variedades recuperadas.

En el mes de agosto, La Safranòria organiza en Falset la Fira de la Tomaca, una cita que la entidad aprovecha para dar a conocer las variedades tradicionales de la huerta prioratenca y presentar las novedades. Este año, por ejemplo, se pudieron probar por primera vez frutas de verano. Concretamente, Melón blanco de la Sierra y Sandía rayada de la Sierra. También se presentaron variedades como el Tomate de Cal Nassot.

Los tomates son, precisamente, una de las hortalizas más populares de entre todas las que trabajan en La Safranòria. Así lo explica Núria Estrems, miembro de la Junta: «La Tomaca Còrsega del Montsant y la Cor de bou fi de la Vilella Baixa son dos de los productos estrella, entre muchos otros productos interesantes que hemos podido recuperar».

Además de toda la labor de prospección, recuperación y conservación, en La Safranòria también realizan sesiones formativas, así como divulgación. Uno de los ámbitos de trabajo en esta rama son los centros educativos, a través del proyecto Sembrant Escoles. 

Allí, además de explicar a los niños y niñas la importancia de recuperar las variedades tradicionales, los invitan a hacerse responsables de una semilla, que después podrán intercambiar con otros centros. De esta manera, los más pequeños se implican de manera directa en la conservación de la agrobiodiversidad al Priorat. «A través de este proyecto incluso hemos llegado a recuperar algunas semillas que estaban perdidas», subraya a Núria.

Así y todo, explica, este año La Safranòria –como todo el campo– está sufriendo los estragos de la sequía. «Hemos pasado un verano complicadísimo, algunos socios que tenían que conservar semillas no lo han podido hacer porque tenemos los huertos muy secos».

No obstante, desde la entidad seguirán trabajando en la misión con la cual se comprometieron ahora hace cinco años. «Lo haremos por muchos motivos. El primero, es que las variedades tradicionales provienen de entonces adaptadas al territorio y a la climatología del terreno. Pero también porque este patrimonio es cultura y es diversidad. Es una lástima que durante tantos años se haya optado por las semillas más comerciales, mucho más estandarizadas y con muchos menos matices».

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