El héroe por casualidad del Tomahawk
Jose Caldentey se encontraba en la cola de la atracción de PortAventura e hizo los primeros auxilios a los heridos por la colisión
Jose Caldentey llegó a primera hora a la atracción del Tomahawk el pasado once de febrero. «Todavía no estaba abierta y decidimos ir los Caballitos con los niños y volver después», explica. Al volver, se pusieron en la cola. Los operarios colocaron a la gente y ellos se quedaron en el paso. «Dices qué bien, estaremos en primera fila», recuerda Caldentey. Pero ya no hubo siguiente viaje.
La vagoneta entró con la gente gritando, heridos y llenos de sangre. «Al verlos, pensé que quizás convulsionarían y dije ¡Salta!». Caldentey es anestesista en el Hospital Vall d'Hebron. «Empecé a explorar los que parecían más graves. Un señor tenía un traumatismo en la cabeza y otra persona estaba inconsciente», dice el médico.
En aquel momento, llegó Inés, otra médico, del Hospital Clínic, y, entre los dos, retiraron a la persona inconsciente y la dejaron en el suelo para atenderla. «La gente colaboró muy bien, nadie sacó el móvil para grabar nada. Delimitamos los afectados por el usuario que estaba llamando al SEM», recuerda Caldentey. Los servicios de emergencia del parque llegaron después y proporcionaron material a los anestesistas para actuar. «Mantuvimos una vía aérea conectada a una botella de oxígeno y una vía con medicación y suero», rememora. Y así se mantuvieron hasta que llegaron las ambulancias y el personal del SEM. «No tardaron nada, fue muy rápido», asegura Caldentey.
«Podría haber sido un desastre. Por suerte, sólo hubo cuatro afectados graves. Si no, nos hubiera desbordado», asegura Caldentey. Raquel Coquard, una de las personas que estaban en la vagoneta, expone que «fueron los grandes héroes, llegaron al tiempo que tocaba». «Fue la casualidad que lo sabíamos hacer y actuamos de la manera más rápida», dice el médico. Caldentey pasó el fin de semana en el parque de atracciones con su hija y un grupo de amigos. «Subía a las otras atracciones e iba pensando si me caería un árbol encima», recuerda el anestesista. «La imagen de la vagoneta cuando llegó sólo la tenemos los que estábamos allí», dice Caldentey.