Entrevista
Ramon Gener: «Me fascina que un piano sirva para hacer entender que la vida es otra cosa»
El ganador del Premio Ramon Llull por ‘Història d'un piano’ presentará el libro hoy a las 19 h en el Castillo de Vila-seca
El piano de esta novela es una pieza que tú compras en una tienda en Barcelona. ¿Qué viste en aquel instrumento que te llamó tanto la atención?
El libro empieza diciendo precisamente eso: En el precís moment en què va veure el piano per primera vegada, va saber amb total i absoluta certesa que havia de ser aquell. Buscaba un sonido. Un piano de antes, un Steinweg. Si tuviera una máquina del tiempo, no se me ocurriría nunca ir al futuro, iría al pasado, a conocer a mis héroes. Con el piano pasa lo mismo, buscaba esta trascendencia con el pasado. Por eso tenía que ser aquel, aunque estuviera destrozado.
Y a pesar de no saber qué sonido haría, una vez restaurado.
Lo intuía. Sabía que, una vez restaurado, tendría el sonido que yo soñaba.
Y te lo llevas a casa. Sacas la mesa del comedor, que es lo más importante que todos tenemos, y lo pones en su sitio. Eso lo harán, también, los anteriores dueños del piano.
Sí, esta cosa de quitar la mesa del comedor es porque un piano siempre es el centro del universo. En cualquier casa donde haya uno, todo gira a su alrededor. Aunque no lo sepas tocar. Aunque lo hayas heredado de la abuela. Da igual, está allí en medio y no se puede guardar. Es testigo de todo, y eso me encanta.
Cuando lo miras bien, encuentras dos cosas, que son el desencadenante de la novela.
Sí, primero veo el número de serie, aunque estaba repintado diez mil veces, y entiendo que aquella antigüedad fue fabricada en 1915, durante la Primera Guerra Mundial. La segunda cosa que encuentro me permite estirar un hilo y descubrir cien años de historia.
Así es como un piano, que es una pieza pesadísima, que no se puede mover con facilidad, origina una serie de aventuras por varios países. Es como el corazón de una gran historia.
Cierto, el piano como sol o centro orbital. Pasará por Alemania, Inglaterra, Polonia y Barcelona, pero mientras está en cada uno de estos lugares, condiciona la vida de todo el mundo que está a su alrededor. Eso me encanta, esta idea del piano como centro de todo, casi como redentor, como confesor.
La idea de fondo de la historia es que la música nos salva, como un ancla. Mientras haya música...
Sin música no existe la vida. Esta es, sobre todo, una historia de redención, de entender que las cosas son trascendentes, que no pasan porque sí. Y que la música no es sólo para entretener, sino que tiene un sentido más allá de lo que se ve a primera vista. Me fascina que un mueble pueda hacer entender a una serie de gente que vive a su alrededor que la vida es otra cosa. Por eso yo soy tan friqui explicando estas cosas: es que me las creo, no es impostura. Me gusta buscar la verdad, intentar encontrar las cosas que no se pueden enredar. Y, todo eso, es el piano.
También veo un homenaje a los profesores de música.
Sí, y los dos profesores que aparecen, al final son la misma persona, una copia el uno del otro. Yo tuve la suerte de tener muy buenos profesores. Pienso especialmente en Victoria de los Ángeles, y en todo lo que ella me enseñó, quizás sin saberlo. Me explicaba historias y me hacía leer libros, y me decía que todo aquello también era importante. Entonces yo no era capaz de entender que tenía un sentido, pero lo hacía con toda la ilusión del mundo, porque intuía que en aquello estaba toda la verdad. Y, sin saberlo, fui aprendiendo un montón de cosas. Es esta idea de Machado: En los términos del arte, lo único que queda es lo que das. Si tienes alguna cosa, dala, porque si no, se perderá. Los maestros son tan, tan importantes...
La novela tiene una historia central, pero está llena de momentos emocionantes. Pienso en el momento en el que el maestro de música se sienta con un niño a cada lado para tocar por primera vez un piano que está por estrenar. Hay mucho ritual, también, en eso.
Me gusta mucho eso del ritual, que cuando pase alguna cosa importante se pueda parar el tiempo para que permanezca, que no sea que ha pasado y ya está. Con esta historia llegué donde llegué, hay cosas que no las pude averiguar, pero lo que es realmente importante es que lo que es verdad y lo que no lo es se vuelven verosímiles, trascendentales. Y por eso me encanta esta idea del ritual, de que todo tenga una parafernalia. Eso de escribir esta historia empieza cuando me doy cuenta de que mi piano ya no es mi piano, y que de hecho no lo ha sido nunca. Lo tengo en casa, pero su historia está explicando la historia de todo el mundo.
También es una novela tremendamente musical. No podíamos esperar menos, viniendo de ti. Es como si pudiéramos escuchar el relato.
¿Cómo sería, si no? Estamos escribiendo una historia de un instrumento que hace música, y que todo el mundo que tiene a su alrededor ha vivido con música. O que han descubierto la música y se transforman completamente. Esta idea que la música te pueda transformar es lo que me mueve: la música no es porque sí. De hecho, nada es porque sí. Yo hago esta magia que el instrumento te pide tocar el Nocturno de Chopin, pero en todo eso hay un poquito de cierto, porque aquel hombre quería que esta música quedara. Y de hecho ha quedado, y todo el mundo que la escucha encuentra alguna cosa. Y eso me hace ilusión.
Al final del libro, explicas que has dejado escrito dónde quieres que vaya a parar el piano. Tienes muy claro su destino.
Sí, cuando me doy cuenta de que mi piano ya no es mi piano, pienso que se merece otro tipo de futuro, de nueva vida. Por eso hago testamento y explico lo que quiero que pase con él. Y por eso también he escrito el libro. Las últimas palabras son Verba volant, scripta manent (Las palabras se las lleva el viento, lo que está escrito, permanece). Ahora está escrito, negro sobre blanco. Todo el mundo conoce la historia del piano y lo que tiene que pasar con él. Ahora, sólo espero que pase [ríe].