Aniversario
Veinticinco años trabajando con las puertas abiertas a todo y a todo el mundo
La Biblioteca Municipal de Constantí celebra un cuarto de siglo siendo un punto de fomento de la lectura y de cohesión social en el municipio
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Los bibliotecarios Montse Llauradó Marimon, Samuel Gaspar Colombo y Mari Sánchez Cabello
El pasado mes de enero, y en el marco de la Fiesta Mayor de Invierno, en la Biblioteca Municipal de Constantí se soplaron las velas del 25.º aniversario en un pastel hecho de libros y coronado por la Mirmiga, la hormiga superlectora que es la mascota del centro.
De esta manera se celebraba de manera institucional que la Biblioteca, que abrió puertas el año 2000, se ha consolidado como un espacio estratégico en el municipio. Así lo explican Samuel Gaspar, la Mari Sánchez y Montse Llauradó, trabajadores de la biblioteca con diferentes años de experiencia –la más veterana es la Mari, que está desde el mismo año 2000: «Somos un espacio intergeneracional, casi podemos decir que es el servicio municipal que aglutina más perfiles diferentes. Los usuarios de la Biblioteca son una representación bastante real de lo que es Constantí».
La función principal del equipamiento es el servicio de préstamo de libros y el fomento de la lectura, que se consigue a través de una programación extensa y bien diseñada, pensando en cada una de las franjas de edad y en los diferentes intereses lectores.
Sin embargo, con el paso del tiempo, y derivado del trabajo que se está llevando a término, la Biblioteca Constantí se ha acabado convirtiendo también en un espacio esencial para la cohesión social del pueblo: Nos encontramos con que, cuando alguien llega nuevo, de las primeras cosas que hace es venir a hacerse el carné de la biblioteca; somos un espacio de referencia, igual que lo es el Ayuntamiento o el CAP». Para los recién llegados, explican también se hacen programas de tertulias en catalán y clubs de lectura fácil.
Así y todo, detallan, entre el grosor de los usuarios también hay vecinos y vecinas de toda la vida: «Hay bastante gente que incorpora la visita a la Biblioteca como un punto de su itinerario diario. Vienen aquí, pasan a saludar, leen, hacen los jeroglíficos... También es una manera de estar acompañados».
Además, apuntan, «como en el pueblo prácticamente nos conocemos todos, la relación entre los bibliotecarios y los vecinos es muy próxima y familiar». Hasta el punto, admiten, que pasa a menudo de que cada usuario tenga un bibliotecario de referencia, una persona con quien se siente más cómodo o cómplice a la hora de hablar.
En la Biblioteca también se ofrece el servicio de conexión a internet y está, en picos de frío y de calor, refugio climático. Con respecto a las actividades periódicas, se lleva a término el programa Lecxit, impulsado por la Fundación Bofill, que busca impulsar el éxito educativo a través de la mejora de la comprensión lectora. Lo hace mediante un equipo de personas voluntarias que, en Constantí, explican con orgullo, está más que cubierto.
También se trabaja con escuelas e institutos, tanto en el fomento de la lectura como en la formación de los nuevos lectores para que sean usuarios autónomos. Los clubs de lectura son otro pilar del centro, con propuestas como los Clubs de lectura de Manga, Infantil, En familia o de Crecimiento personal, entre otros.
Toda esta actividad, explican los tres responsables, no se detiene ni en verano, porque por las características propias del pueblo, los usuarios siguen haciendo uso de la biblioteca en los periodos de vacaciones.
De cara al futuro, y puestos a remachar el clavo, a los tres bibliotecarios les gustaría disponer de una sala de estudios para los jóvenes y de algún tipo de servicio que les permitiera «llevar la biblioteca a la gente más grande que quizás ya no puede venir».