La dignidad y la Supercopa, blanquiazules
Felipe Caicedo anota el 0-1 en el minuto 9 y deja el trofeo, rodeado de polémica por la ausencia de estrellas en el Barça, en manos del Espanyol
FC BARCELONA 0 RCD ESPANYOL 1
FC Barcelona. Masip, Nili, Marlon Santos, Mathieu (José Antonio Martínez, 54), Moisés Delgado (Palencia, 71), Carbonell (Sarsanedas, 76), André Gomes, Denis Suárez, Aleñà (Mújica, 81), Paco Alcácer y Arda Turan (Alfaro, 71). RCD Espanyol. Roberto, Victor Álvarez, Diego Reyes, Demichelis, Rubén Duarte, Marc Roca (Javi Fuego, 79), Melendo (Martín, 83), Salva Sevilla, Reyes (Víctor Sánchez, 68), Jurado, y Caicedo (Gerard Moreno, 63). Goles. 0-1, Felipe Caicedo (9). Árbitro. Xavier Estrada Fernández (catalán). Mostró la tarjeta amarilla a los locales Aleñá y Alcácer; y a los visitantes Demichelis, Caicedo, Vícor Sánchez i Moreno. Incidencias. El Nou Estadiacogió a unos 12.810 espectadores.
Un gol de Caicedo disputados los primeros 9 minutos y el buen trabajo defensivo del segundo tiempo sirvieron el RCD Espanyol para volver a casa, con la Supercopa de Cataluña bajo el brazo. Es decir, para pasar por encima de un Barça que contribuía a la cita en el Nou Estadi grana con seis jugadores de la primera plantilla y una docena de piezas del filial en la convocatoria. Dos resurrecciones puntuales, encabezadas por Arda Turan, no sirvieron a los hombres de Luis Enrique para recuperar el margen que habían dejado perder al inicio y, con el B sobre el terreno de juego en los compases finales, el conjunto azulgrana acabaría de ceder el trofeo, en su segunda edición en manos Espanyolistas.
Felipe Caicedo emergía delante de la portería azulgrana en el minuto 9 y batía, con un tiro suave y por su izquierda, a Masip en su salida, después de recoger una pasada de Reyes, en la primera ocasión de la noche. Antes, en el 5’, el portugués André Gomes había puesto el punto justo de emoción al arranque con una pelota que se paseó por por delante el arco Espanyolista, sin que nadie lo empujara al fondo de la portería de Roberto. Una falta en la frontal del área desperdiciada por los hombres de Luis Enrique cerró el primer cuarto de hora en el Nou Estadi, donde el 0-1 había caído con discreción en la gradería y un regusto de orgullo, entre la afición blanquiazul, por aquello de «dignificar la Supercopa» en qué no había caído el FC Barcelona. Poco más. Caicedo volvió a levantar los ánimos al amenazar de nuevo hacia el 20’ sin embargo, entonces sí, la retaguardia azulgrana desactivaría la amenaza.
Poco más. Una asociación entre Melendo y Caicedo que no fue lo suficiente como para hacer subir el segundo a la cuenta del RCD Espanyol y la presión intermitente y falta de contundencia, con problemas para eludir la trampa defensiva blanquiazul, de un Barça espoleado por Gomes, que fallaba cerca de la media hora en un intento virtuoso y estéril. La mano salvadora de Roberto evitaba que el remate de Denis Suárez, asistido por Álex Carbonell, acabara en empate y frustraba el ensayo de Arda Turan en el rebote. Un chute raso de Carbonell, en el tercero de los tiros consecutivos del Barça, se marchaba por la izquierda del portero Españolista y ponía el punto final en los mejores minutos del conjunto azulgrana. Y con ellos, también al primer acto, que se consumía con una infructífera internada de Arda Turan.
Cinco cambios y el filial en el césped
Un chute de Moisés Delgado, ajustado al palo largo, ya con el jugador al suelo y que se perdía por la línea de fondo, inauguraba el segundo acto con oportunidad azulgrana. Robert bloqueaba otro intento del turco, en la acción inmediatamente posterior, también al segundo palo, y la defensa blanquiazul neutralizaba el resto de ensayos de Turan. Luis Enrique borró del verde uno de los seis entre los suyos, Mathieu, en el primer cambio, en el 54’. El FC Barcelona trataba de hacer daño por la banda izquierda, con Arda Turan como uno de los más activos y la última estrella en el césped, pero se estrellaba contra la retaguardia del RCD Espanyol. Quien más cerca se quedó, con todo, Paco Alcácer, a quien traicionaba la mala puntería, a solas ante el arco visitante. La segunda mitad fue toda del Barça, con el RCD Espanyol atesorando con mérito el premio de que había conseguido Caicedo sólo presentarse en el Nou Estadi. Hasta los últimos compases, donde el entrenador retiró del terreno de juego los últimos vestigios de la primera plantilla azulgrana. Con 12.800 almas en el Nuevo Estadio y escaso espectáculo en esta final de la Supercopa, los primeros espectadores empezaron a desfilar. Justo cuando Luis Enrique consumaba el quinto cambio de su lado en el encuentro. No tendrán que lamentar nada, los que no se quedaron hasta el final de un encuentro resuelto desde el minuto 9 y que dejaba la dignidad y el trofeo para los de Quique Sánchez Flores.
Ilusión de Primera en la ciudad
Con todo vendido y 12.800 espectadores en el Nou Estadi agotadas desde días atrás y la polémica servida en las últimas 24 horas por la lista de Luis Enrique, la final de la segunda edición de la Supercopa desembarcaba en Tarragona en medio de la expectación para volver a ver, de cualquier manera, fútbol de Primera División en el feudo grana. Todo, poco después de que el consejero delegado del RCD Espanyol, Ramon Robert, proclamara la «necesidad de replantearse seriamente cual queremos que sea» un trofeo a que el club contribuía «por el máximo con respecto a la competición».
Los seis únicos futbolistas de la primera plantilla que el FC Barcelona había incluido a la convocatoria para la cita tarraconense, o los cuatro más mediáticos que subieron al bus en dirección a la Supercopa, monopolizaron la ilusión de una afición que no recibía la visita de unos y otros desde la campaña 2006-2007, con el Nàstic a la máxima categoría. También Luis Enrique, aclamado en la irrupción en el Nou Estadi, como Quique Sánchez Flores. Las peñas Espanyolistas plasmaban su apoyo ya desde las colas que, en los accesos, que apuntaban la imponente e inusual imagen del Nou Estadi lleno a tope. Quien quiso ser, tuvo que poner paciencia. Y es que, superado el 20’, parte de los espectadores accedían todavía a sus localidades.
Una de las preguntas más repetidas, sobre todo entre los más pequeños: «Y tú, con quien vas»?. Y eso que también para el Nàstic hubo un recuerdo, desde el gol de montaña, en la media parte. Se trataba de vivir fútbol, lo que la discutida «dignidad» de la Supercopa permitió.