Un nuevo Nàstic en la pizarra de Merino

El sello de Merino y los fundamentos del profundo análisis a que el entrenador sigue sometiendo en estos días la plantilla grana empiezan a dejarse notar sobre un Nàstic que, en el partido contra el Tenerife, en el estreno del gaditano en el banquillo y una semana después de su desembarque, exhibía en el terreno de juego del Nou Estadi novedades perceptibles a todas las filas. Desde la portería hasta la línea más adelantada, el relevo de Vicente Moreno incluía una retahíla de probaturas a la búsqueda de la reacción que se produjo y que el mismo Merino valoró: «El equipo ha estado bien situado y, tal como yo veo las cosas, las oportunidades más claras han sido para nosotros. Incluso, también cuando nos hemos quedado con un jugador menos. Nos tenemos que convencer ya que somos buenos», concretaba con el punto del 1-1 ante los baleares en el bolsillo. El retorno de Manolo Reina a la portería, la reformulación de la pareja de centrales que formaban el domingo Bouzón y el debutante Perone, el despliegue de cuatro hombres de ataque sobre el verde y la inclusión en los planes de las cuatro incorporaciones que la entidad tarraconense ha cerrado en este mercado de invierno -Achille Emaná, Luismi, Perone y Barreiro- son la primera huella de Merino sobre el Nàstic.

Justo el día siguiente, al acabar el partido de entrenamiento que ponía a los suplentes delante del KSV Holstein de la tercera alemana (2-5), el de La Línea de la Concepción manifestaría sentirse «muy enfadado con más de un jugador por su rendimiento» y volvía a avisar que «el mercado está totalmente abierto tanto para el director deportivo como para el cuerpo técnico y, si no hay nivel o algunos no lo demuestran, vendrán otros que sí». Del resto, de los que había escogido en la confección del once inicial para su puesta de largo en el feudo grana, Merino recuperaba a Manolo Reina, que había reaparecido ya en la vuelta de decimosextos de Copa contra el Alavés (3-0) y que vivía la vuelta a la disponibilidad en Liga finalmente rehecho de la lesión que sufrió en pretemporada.

También Iago Bouzón, quien había disputado únicamente siete de los 19 partidos en esta primera mitad de temporada y no competía desde que formara parte del eje de la defensa en la visita a la Almería (3-0), el 23 de octubre. Lo acompañaba Perone, central italo-brasileño que hace pocos días convencía al club después de semanas a prueba entrenando con el resto de la plantilla, en la jornada de su debut. Suzuki y Mossa ocupaban los laterales, con Luismi i Tejera en la medular. Por delante, cuatro atacantes: Jean Luc, Manu Barreiro, Uche y Emaná presentaban credenciales de cara al gol que acabaría llegando de botas de José Carlos.

Otro aire

La revolución a un once que lucía reformato de arriba abajo sirvió al Nàstic para mostrar otro aire y reencontrarse con el espíritu de lucha que la acumulación de resultados negativos había hecho desvanecerse antes del paro navideño. El reset del impaso, y la configuración de un discurso donde el esfuerzo y el sacrificio no se cuestionan, apuntaban en la cuenta grana el primer punto recogido en las últimas cuatro jornadas, después de resbalar, bajo la mano de Moreno, contra Oviedo (1-0), Rayo (0-1) y Girona (4-2). El equipo prepara ya el cierre de vuelta que lo llevará este fin de semana a La Condomina, donde espera un UCAM Murcia que ayer se enfrentaba al líder Levante en partido correspondiente a la jornada 19, aplazado por la lluvia, con todo disponible.