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Demiddi: «La indisciplina conduce a los equipos a la extinción»

Su llegada al Club Nàutic marcó un antes y un después en la sección de remo, situándolo al frente del panorama nacional

Alejandro Demiddi en el hangar de remo del Club Nàutic de Tarragona, situada en el último tramo del barrio marítimo del Serrallo.

Demiddi: «La indisciplina conduce ad los equipos a la extinción»Cristina Aguilar

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Justo ahora hace más de diez años, desde la directiva del Real Club Nàutic de Tarragona, se decidió apostar por la sección de remo del club. Joan Gil, presidente del Nàutic en el 2005, quiso traer a un entrenador con recorrido que dirigiera el proyecto, Alejandro Demiddi. En la década de los 2000, antes de la llegada de Demiddi, las medallas al Campeonato de España de remo conseguidas por la sección no superaban la décima –sumando bronces, platas y oros. Hoy, los metales conseguidos por el club en el mismo campeonato ya están más de sesenta entre el 2006 y la temporada pasada. Hablamos con el entrenador responsable de este éxito para entender las claves|llaves de una dinámica qué no sólo va al alza, sino que aspira a llevar el nombre del Náutico de Tarragona a los Juegos Olímpicos.

—Esto empieza con un entrenador situado en la élite del remo argentino que llega a Tarragona a entrenar un equipo de remo casi lúdico. ¿Por qué?

—Bien, sí que estaba como director técnico de la selección argentina pero lo que era mi vida profesional en lo que era mi vida en Argentina iban por caminos diferentes. La decisión tuvo más que ver con la seguridad y la calidad de vida. Yo llego aquí en septiembre del 2005 en un club que tenía mucha ilusión por crecer. Entonces había gente que no era consciente del potencial que tenía el club y, una de las cosas que creo que fui capaz de hacer, es de darme cuenta de que realmente el Nàutic de Tarragona tenía un diamante en bruto y que estaba todo por explotar en aquel momento. Una de las formas de demostrar mi capacidad era llegar a un club con unos resultados que tenían mucho margen de mejora y que al fin y al cabo fuera un reto. Los seres humanos nos guiamos por retos, y son los más difíciles los que nos motivan más y nos dan más fuerza para trabajar.

—Cuándo llegó al club, qué es lo que se encuentra y cómo implanta su filosofía de trabajo, que era como mínimo diferente de la que había establecido?

—Fue complicado. Seguramente mi punto de vista es diferente de lo que podrían dar los remeros de aquella época. Yo venía de la élite del remo en Argentina, de un país con una forma de trabajar diferente de la que me encontré. Costó años que los chicos entendieran la filosofía deportiva. También te tengo que decir que yo entré muy fuerte, quizás demasiado. No sé si cambiaría, pero he sido bastante radical y no te se decir si es la mejor manera. Con el tiempo te das cuenta de que no sólo el remero se tiene que adaptar a la forma de trabajar de un entrenador, sino que yo mismo necesité un tiempo para entender la cultura de aquí.

—Sí, pero una vez pudo hacer entender su filosofía, los chicos la siguieron. En una época donde los jóvenes cada vez son más complicados de llevar tanto para padres como para profesores, en el Nàutic ha conseguido ser para los remeros un entrenador muy respetado. ¿Cómo lo hace?

—Eso me pasa mucho, muchos padres me comentan cosas muy similares. Puede ser el miedo (ríe). ¿Al final, a qué tipo de profesores haces caso a la escuela? A los exigentes, a los duros. Son de los que te acuerdas. Me encuentro a muchos padres que quieren hablar con nosotros sin que el hijo lo sepa para intentar provocar un cambio en ellos, ya sea por comportamiento o estudios. Hay veces que nos sorprende, por qué, en el hangar, trabajan con disciplina pero en casa no hacen lo mismo. Creo que, al final, venden a remar perque les gusta, y saben que, si no trabajan de la forma que a nosotros nos gusta que trabajen, pierden ellos. Tendrán peor material o remarán en botes menos competitivos. Todos buscan trabajar de la mejor manera para poder rendir mejor, que al fin y al cabo es el objetivo del deporte.

—Esta forma de trabajar, la exigencia. ¿Es parte del herencia de su padre?

—Totalmente. Mi padre fue el mejor padre que hubiera podido tener y también era mi entrenador. Cuando me entrenaba, era él quien se me despertaba, y su despertador era abrirme la puerta de la habitación. Cuando yo oía la puerta que se abría, me levantaba automáticamente. Un día me quedé durmiendo y, desde la ventana de mi habitación, oí como él se marchaba sin mí. Me dejó solo. Me provocó una taquicardia tan grande que me vestí volante, no desayuné y cogí un buzo hacia el hangar de remo. Al día siguiente de haber tenido este tipo de experiencias, te levantas automáticamente. Y es lo que te he dicho antes, no tiene que haber miedo, pero sí la temor de llegar tarde, porque sabes que el entrenador se enfada. Eso crea disciplina, que es una obligación.

—Pero en el club entrenan remeros de todos los niveles. Tanto jóvenes que empiezan como remeros que se están situando a primera línea del remo mundial. ¿Como entrenador, hay que tratar de igual manera a unos y otros?

—Años atrás, intentaba tratar de igual manera a los sénior de club que a los remeros mundialistas que viven entre entrenamientos en el club y las concentraciones con la selección. Tenía las mismas exigencias con unos y otros. El tiempo y la experiencia te hacen ver que el trato tiene que ser diferente. El remero de élite tiene la autodeterminación y la exigencia que un cadete o uno juvenil seguramente no tendrá, pero aquí también interviene el grado de confianza entre el remero y el entrenador.

—Volviendo al principio, estamos hablando con un entrenador que cambió el rumbo de un equipo hasta situarlo en el frente del panorama nacional. ¿Con este ejemplo, hasta qué punto influye el entrenador en el desarrollo de los remeros?

—Tiene que haber una retroalimentación, los dos se tienen que ayudar. Un talento no nace y lo suficiente, lo más importante es saber hacerlo crecer. Cuando hay una persona talentosa, primero tiene que ser el mismo deportista quien luche por ser lo mejor. Sin eso no existe ningún entrenador capaz de hacer un campeón. Y, si hay un talento en una disciplina que además tiene la ambición de conseguir grandes objetivos, es importante rodearlo para que el deportista se pueda desarrollar en buenas condiciones. No es sólo el entrenador y el remero.

—Según su experiencia, ?qué se aquello que nunca puede faltar en un equipo de competición?

—Si el equipo es de competición, lo más importante es la busca de objetivos. Para tener un grupo motivado, con orden y disciplina, tiene que haber objetivos. Alguien que no disfruta de lo que hace día a día abandona el deporte en un mes. El hecho de plantearte objetivo hace tu día más enriquecedor y te permite mejorar el rendimiento. Trazar la línea hasta donde quieres llegar es fundamental.

—¿Y lo que nunca puede haber en un equipo de competición?

—Indisciplina. Hablo de impuntualidad, irresponsabilidad, falta de interés. Todo eso es falta de disciplina deportiva. No hablo de disciplina de conducta, son una serie de factores que, si no existen, es imposible tener un equipo de competición. Como entrenador, me costaría mucho trabajar en un lugar|sitio donde la gente no entrene de verdad. Creo que la indisciplina conduce en los equipos a la extinción.

—Para acabar, ¿tardaremos en ver a un remero del Nàutic a las olimpiadas?

—Espero que no. Teníamos muchas ilusiones depositadas en Marc Franquet quien, para muy pocos según, no consiguió ir a Londres. También tenemos a Pau Franquet, es lo mejor juvenil que ha pasado por la selección española y está en el camino correcto, realmente es su objetivo. Otro remero que está en una buena línea se Jordi Rodríguez, dentro de tres años puede tener posibilidades, siempre que no pierda el rumbo y el camino que está siguiendo hasta ahora.

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