El trabajo invisible en el Nàstic Genuine
Voluntarios hacen posible el día a día del mejor equipo de la historia del Nàstic
Detrás de aquellas sonrisas, de aquellas grandes jugadas sobre el césped, de aquellos goles, de aquellas paradas y de aquellos gestos de generosidad y de compañerismo, hay una gran tarea. El Nàstic Genuine, que ya se ha convertido en todo un fenómeno de masas y en un equipo que cada día representa más al club de la ciudad de Tarragona, no sólo son los jugadores que forman parte de la plantilla (aunque son gran parte del mérito) y el cuerpo técnico. Detrás, además, hay una gran tarea invisible, que toma forma en cada entrenamiento, cada sesión, cada paso, cada gesto y cada movimiento. Se trata del espectacular trabajo que están realizando los voluntarios que nunca se separan del equipo, que le acompañan a todas partes y que hacen que el Nàstic Genuine todavía sea más mayor de lo que parece.
Llega el entrenamiento y Tito, que es como llaman a Josep Maria Fortuny, se viste de corto y salta al césped. Él no forma parte del equipo Nàstic Genuine, ya que tiene su escuadra propia, como es el alevín Preferente del EF Santo Pere y Sant Pau. No compite los fines de semana con el Genuine, pero ellos son su familia. Explicaba antes del entrenamiento del lunes Tito que «vengo con el Genuine a entrenar todos los lunes porque mi madre y mi hermana vinieron el primer día a verlos, y me animaron a mí». En Tito es uno de los muchos voluntarios que forman parte también del equipo del Nàstic Genuine. Sin entrar a formar parte del cuerpo técnico, los voluntarios jóvenes y no tan jóvenes que ayudan en todo momento al entrenador y a sus ayudantes. Intentan que los futbolistas se lo pasen lo mejor posible y se encargan de qué tanto las sesiones de entrenamiento, las salidas y los partidos se produzcan sin ningún incidente, en total armonía y con la mayor alegría que sea posible. «¡Cuando salto al campo los lunes, lo primero que hacen los jugadores del Genuine es venir a saludarme, y me explican cómo han quedado el Nàstic y el Reus en sus partidos de Liga!», explica el joven.
Pero la tarea de Tito todavía va más allá. Aparte de ayudar en todo el que puede, también se pone las botas y entrena con los jugadores del Genuine, en el anexo de césped artificial del Nou Estadi. Les ayuda, les transmite sus conocimientos, los enseña a cómo realizar el mejor calentamiento... En definitiva, un ejemplo el de este joven.
Pero Tito no trabaja sólo. Ruth Amill, de 17 años, también aporta su granito de arena. Ella destina todos los lunes por la tarde (y algunos fines de semana) a ayudar en todo lo que rodea el Nàstic Genuine: «Estamos con ellos y a mí me gusta ayudarlos en los temas relacionados con la psicomotricidad», dice la joven, de 17 años. A su lado, David Cabrero, de la misma edad, añade que «la idea es intentar ayudar en todo lo que pueda. Son chicos que no son ni más ni menos que nosotros, y se merecen el mismo respeto que cualquier persona».
Pero detrás de todo eso hay otro joven. Se trata de Carlos Rovira. Él fue quien animó tanto a la Ruth como David a unirse a la familia del Genuine. Él, que también realiza las tareas de voluntario, deja bien claro que «desde el primer día me he sentido muy integrado con estos chicos, me ha gustado involucrarme con ellos y compartir experiencias». «Tengo muchas ganas de seguir perteneciendo a este grupo tan bonito», sentenciaba.