Guzzo se presenta a las oposiciones de imprescindible en medio del campo del Reus

Después de mucho tiempo de ausencia, los dos actores del binomio que une Raphael Guzzo y el fútbol vuelven a disfrutar el uno del otro. El portugués dejó cerca de ocho meses de calvario en el partido contra el Sevilla Atlético. Garai le dio entrada a la segunda mitad y el mediocampista volvió a conectar con el fútbol.

El entrenador roig-i-negre tenía ganas de poder contar con Guzzo. Dos partidos después de su reaparición, el de Barakaldo le cedió el timón de la nave encarnado-y-negra ofreciéndole la titularidad.

Guzzo se estrenaba en el once inicial en un partido que el Estadi calificaba de vital. Ante grandes retos, se necesitan los mejores en su tarea, y el mediocampista ejerció como tal.

El Almería dificultó la creación de juego roig-i-negre en varios tramos de la primera mitad. Presión adelantada y líneas juntas que ahogaban a los mediocampistas. Ledes y Juan Domínguez, habituados a pasear por la divisoria con la pelota mirando al horizonte, se veían obligados a hacer circular la esférica para mantenerla en sus dominios. Guzzo cayó a la trampa andaluza hasta que decantó la balanza.

Con menos de media hora de partido Guzzo demostró su talento. A pesar de la dificultad, no dejó nunca de mirar en frente hasta que encontró la debilidad en el Almería. Una vez y otra intentó romper la espalda de la defensa con pelotas profundas.

Fabrica el gol

En el minuto 26’, un pase suyo al espacio originó la diana reusense. Yoda se hizo suyo el agujero, condujo la pelota y envió un chute picado que Lekic recogió al segundo palo para anotar el único gol del partido.

Con el Almería estirado, Guzzo disfrutó de los espacios que encontraba en la zona de creación y de tres cuartos de campo rival. Recibía, levantaba la cabeza y filtraba la pasada. Cuando el partido enloqueció, a la segunda mitad, al portugués acusó la falta de actividad y abandonó el campo. El Estadi reconoció su gran actuación con una ovación que lo confirma como uno imprescindible a la sala de máquinas.

Salvando las distancias, sólo Vítor es capaz de hacer lo que hace Guzzo. Y viceversa. Guzzo ha conseguido aquello que rehúye y que nadie quiere que pase. Ha llenado el vacío dejado Vítor postulándose como su digno sucesor.