Diari Més

Una afición, la del Nàstic, que se encuentra con una situación cruel

Los seguidores del Nàstic, armados de paciencia, acaban silbando a un equipo que queda en evidencia ante un recién llegado a Segunda A

La afición, durante el partido.

Una afición, la del Nàstic, que se encuentra con una situación cruelGerard Martí

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A la afición del Nàstic no se le podía pedir nada. Ante un equipo sin alma, sin identidad, sin juego y sin ofrecer ningún motivo para animarlo, los seguidores empezaron el partido con ganas. El empate contra el Tenerife de hacía quince días había sido acogido como un traspié, con el que el socio y el aficionado estaban convencidos de que su equipo solucionaría el partido contra los madrileños con una victoria, pero no fue así.

La primera parte sirvió de punto de inflexión, ya que, aunque el equipo jugó de forma lamentable, el público únicamente se quejó en un par de ocasiones. Demasiado benevolente. Ahora bien, en el segundo acto, la paciencia se convirtió en silbidos, ya que era inevitable no demostrar una masiva desaprobación a lo que estaba sucediendo sobre el césped. Los jugadores no daban la talla, el técnico no solucionaba nada con los cambios y el equipo naufragaba a medida que pasaban los minutos.

Ahora bien, esta misma afición a la cual le cuesta tanto arrancar y animar a los suyos, despertó con la expulsión de Cadamuro, seguramente injusta. Allí puso sobre la mesa que estaba con su equipo, intentó empujar, le dio todos sus ánimos, pero acabó silbándolo al mismo tiempo que el colegiado señalaba el final.

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