El Nàstic en Oviedo chutó como nunca y perdió como casi siempre

No se puede hacer más, ofensivamente hablando, para llevarse un partido de fútbol. El Gimnàstic de Tarragona más ambicioso de cara a portería volvió con un 2-0 en contra de Carlos Tartiere, una derrota contra el Oviedo que vuelve a dejar a los tarraconenses demasiado cerca del abismo con doce jornadas por disputarse en el campeonato nacional de Lliga de Segona División A.

Diez fueron los tiros a portería, según datos de LaLiga, los que realizó el equipo d'Enrique Martín a lo largo de los 90 minutos más los descuentos. Una cifra desorbitada para el Nàstic teniendo en cuenta los registros anteriores. En los 29 duelos que han disputado a los tarraconenses, el máximo de chutes en portería había sido de seis, los que realizó la semana anterior contra el Albacete.

Cinco chutes realizó en el duelo de ida, precisamente, contra el Oviedo, mientras que en nueve ocasiones los chutes a portería se han quedado en cuatro. Ocho veces ha disparado por triplicado en un partido, en cuatro ocasiones el Nàstic ha chutado en dos ocasiones y, en el apartado todavía más negativo, en tres duelos las llegadas del cuadro tarraconense han significado un único chute y, en dos, ni siquiera dispararon. Estuvo en Soria, contra el Numancia en la decimosexta jornada y a Gran Canaria, contra Las Palmas, en el día del 4-0 con la expulsión de Arzo.

Las ocasiones más claras del Nàstic fueron las dos del final del primer tiempo y dos más en el segundo acto. En el 44’. Luis Suárez obligó a Champagne, portero local, a lucirse, con un tiro desde fuera del área que acabó en servicio de esquina. En el mismo córner, Fali remató, de cabeza, y nuevamente el meta local desvió el peligro. De hecho, Champagne fue, sin ningún tipo de discusión, el mejor jugador del partido.

En la segunda mitad, en el 65,’ José Kanté disparó desde lejos, y la pelota se marchó ligeramente desviada por encima de la portería y, en los minutos 75 y 76, doble palo. Primero, Imanol García, en el rechace de un córner, conectó un misil que reventó la madera gracias a la intervención de Champagne, que desvió la esférica con la punta de los dedos. Después, Noguera, en la salida del córner, también remató en el palo. Diez chutes y cero goles.