«En dos años ha habido un incremento muy grande de mujeres compitiendo en kárate»

—Se ha proclamado campeona estatal después de dos años sin competir. ¿La vuelta a la competición ha sido fácil?

—No, fui muy nerviosa. Además, como soy psicóloga del deporte, era muy consciente de lo que me estaba pasando. Pero por suerte, también me sirvió para gestionar correctamente este retorno a la competición, porque después de tanto tiempo tenía ansiedad como si fuera la primera vez. Ha sido un campeonato psicológicamente muy duro, pero como tenía recursos para gestionarlo, conseguí que saliera bien.

—¿Fue una victoria fácil?

—La verdad es que no, pero mi mayor rival era yo misma. Llevaba dos meses haciendo una rutina de entrenamientos bastante intensa a nivel técnico y físico con mi entrenador, Óscar Ramírez, que también es mi marido, e iba muy preparada. Pero puede pasar que vayas mucho preparado y al mismo tiempo con mucha inseguridad, y si la cabeza se te gira, todo se va al garete.

—¿Cómo fue el campeonato?

—Este año competían dieciocho mujeres, hecho que es todo un éxito. La última vez que había competido éramos siete u ocho. Ha habido un incremento muy grande y eso está muy bien, porque en este deporte las mujeres somos minoría en relación a los hombres. Y todavía más en categorías sénior como la mía, porque cada vez tienes más responsabilidades, y para competir hay que dedicar muchas horas a los entrenamientos. Todas las que nos encontramos allí estábamos tan contentas de ver que éramos muchas, que casi no había sensación de rivalidad, comprobar que había tantas mujeres hizo que más bien fuera una fiesta para nosotras. Fue mucho chulo.

—¿Desde cuándo practica el kárate, y por qué escogió esta modalidad deportiva?

—Empecé a los nueve años. Las artes marciales siempre me habían atraído, y recuerdo que había un gimnasio a la salida de la escuela y me miraba a los deportistas que iban. Al final me apunté, y desde entonces ha sido mi pasión.

—¿Qué le ha aportado, este deporte?

—Ha influido en la manera como soy. Me ha enseñado que con constancia y esfuerzo se pueden conseguir muchas cosas. Por otra parte, y tirando de mi rol de psicóloga del deporte, puedo decir que lo que se vive entrenando y compitiendo se puede extrapolar a todos los ámbitos de la vida y te ayuda a afrontar el día a día, porque la vida es muy chula, pero no es fácil.

—¿Qué cualidades físicas y mentales tiene que tener un buen karateka?

—El nivel ha subido muchísimo. Como somos olímpicos, este deporte se ha profesionalizado mucho. Antes, siendo muy técnico, podía ser suficiente. Ahora también hay que estar muy preparado físicamente, porque se valoran cualidades como la fuerza, la velocidad, la potencia o la ejecución de las formas. Hace falta ser un atleta y entrenar mucho, porque no es un deporte fácil, técnicamente hablando. Y a nivel mental, hay que saber gestionar bien la presión, porque es un deporte individual.

—Usted compite en la categoría sénior, de 40 a 49 años. ¿Porqué considera importante entrenar y, todavía más, competir, a esta edad?

—A nivel de salud es obvio que aporta un plus que, si no practicas deporte de manera regular, no se tiene. A nivel mental, el hecho de competir me mantiene motivada. Yo pienso que lo importante de la competición no es el día del campeonato, sino todo el proceso de preparación, el entrenamiento y el compromiso para ir a entrenar cada día, aunque a veces no se tenga ganas. Después, en la competición, paso tantos nervios que alguna vez he llegado a pensar que qué estaba haciendo yo allí. Pero la competición es lo que da sentido a todo el proceso.

—Ahora que ya ha vuelto a la competición, ¿qué objetivos se marca, de cara al futuro?

—Tengo la mirada puesta en un open que se hará en Estambul a finales de septiembre. Ahora quizás me cogeré un par de semanas y después volveré a entrenar de manera progresiva. Ahora ya no lo quiero dejar.