Goleada para empezar a soñar (5-0)
El Nàstic hace una ‘manita’ al Hospitalet con dianas de Bonilla, Pedro, Ballesteros y Carbia y da un puñetazo encima de la mesa
Mediodía perfecto el que vivió un Nou Estadi que presenció un 5-0 de aquellos que sirven para llenar de optimismo a un equipo que, de una vez por todas, ha presentado su candidatura a ser el gigante del subgrupo 3.ª de Segunda División B.
Tan sólo una parte de la primera mitad fue visitante ya que, el resto del partido, por control del juego o por efectividad de cara a portería, fue completamente local. Bonilla, de penalti, Pedro Martín, Fran Carbia, Pol Ballesteros y Brugui fueron los autores de una goleada que hubiera sido mucho más agradecida con público en el campo. Una defensa firme, un centro del campo de menos a más y una delantera más efectiva imposible. Así, se puede soñar con todo.
Muchas novedades al once que presentó el once de Toni Seligrat. Algunas, por las bajas y, otras, como acostumbra a suceder prácticamente cada jornada, por decisión del técnico. Defiende, había dos cambios obligados. Uno, en el lateral derecho por la baja por sanción de Carlos Albarrán y, el otro, en el eje de la defensa, por el lesionado Rueda. Todo apuntaba que Pol Domingo podía ser el sustituto en un lugar o en el otro, aunque finalmente no fue de la partida. Javi Bonilla actuó por la derecha y Marc Trilles, que volvía de una sanción, en el centro.
La medular fue para Fran Miranda, Fausto Tienza y Francesc Fullana. Más equilibrio, imposible en la sala de máquinas. Ningún cambio en el extremo derecho, con Brugui como amo y señor, ni en la punta del ataque, con Gerard Oliva. A la izquierda, donde hay cambios cada semana, le tocó el turno a Fran Carbia, dejando a Thomas Amang, el último inquilino como titular en esta demarcación, en el banquillo.
La primera mitad tuvo dos partes bien diferenciadas. El equipo de Jonathan Risueño demostró, desde el primer minuto, que no venía de paso a Tarragona. Cogió las riendas del juego y tuvo al Nàstic a su merced. Jugando de lado a lado, incidiendo inicialmente por la banda derecha, donde Jorquera volvió loco a Joan Oriol y, en ocasiones, permutando con la izquierda, donde Bonilla sufría y le faltaba cierta contundencia en ciertas acciones.
Las llegadas, sin embargo, eran locales. Tímidas, pero se producían. La primera, de Carbia, que probó un tiro a los diez minutos que el meta va envaira córner. Este servicio de esquina lo envió a las nubes Fullana. Un despiste de Bonilla, en el 20,’ habilitó un tiro de Reina que salió lamiendo el palo derecho de Aliaga. El Nàstic sufría, pero apareció Brugui. Siempre está en todos los goles el extremo, que arrancó dentro del área y fue objeto de penalti. Bonilla no falló desde los once metros y el Nàstic respiró tranquilo.
A partir de este momento, cambió todo. La pelota pasó al tejado local y los de Seligrat cogieron el mando del juego. Más alegres en ataque y menos enganchados en un centro del campo que, con el paso de los minutos, se empezó a esponjar. Oliva, que estaba en todas las luchas, disputó una que sirvió para dejar solo en Carbia quién, muy forzado, disparó, a manos del meta. En el último choque de Oliva del duelo, mientras que el colegiado señaló falta a favor del Nàstic, los visitantes reclamaron la segunda amarilla del punta. En la protesta, el técnico visitante, Jonathan Risueño, fue expulsado con roja directa.
El efecto Pedro Martín
Por precaución, Pedro Martín entró en la reanudación por Gerard Oliva. No era necesario arriesgar absolutamente nada y, por este motivo, Seligrat cambió el punta. Fue llegar y triunfar. En la primera acción del andaluz, se encontró una esférica y, de cabeza, y casi sin querer, superó a Aliaga y anotó el segundo. También entró en el descanso De la Espada, un retorno amargo porque, si el Nou Estadi hubiera estado lleno, habría recibido la ovación que se merece el último ídolo en la delantera del Nàstic, aquel equipo que subió de Segunda B a Segunda A y que, el primer año a la categoría de plata, estuvo a punto de ascender a Primera.
El partido se convirtió en todo un festival en la segunda mitad, con un Hospitalet intentando acortar distancias y un Nàstic que aprovechaba casi todas las ocasiones que le llegaban. Como la de Fran Carbia, en el 74,’ cuando remató, de cabeza, una centrada perfecta de Fullana desde la banda derecha. Seligrat decidió mover banquillo con el fin de oxigenar al equipo, y también le salió redondo. Pol Domingo entró por Bonilla y, por Carbia un Pol Ballesteros que marcó en la primera acción de que dispuso. Pelota larga que el extremo, rápido y hábil, recoge dentro del área y remata en el fondo de la red.
Incluso, hubo tiempo para que debutara Lucas Prudhomme, que entró en el terreno de juego para dar descanso a un Fullana que se vació completamente, como el resto de un Nàstic que empieza a presentar candidatura en cosas grandes.
FICHA TÉCNICA